Rápidos y furiosos 9

Crítica de Diego Batlle - La Nación

-Con la vuelta del taiwanés Lin a la dirección (fue el responsable de la tercera, cuarta, quinta y sexta entregas), F9 recupera parte del delirio y la simpatía perdida en el camino por esta longeva franquicia.
-Estrenada a fines de mayo en 23 mercados, algunos importantes como los de China (lleva recaudados solo en el gigante asiático más de 200 millones de dólares), Corea del Sur y Rusia, esta novena parte de la saga es la gran apuesta para el regreso masivo del público en un negocio diezmado por la pandemia del Coronavirus como el del cine.

Rápidos y furiosos 9 es la propuesta ideal para que los amantes de los tanques más impactantes, vertiginosos y adrenalínicos vuelvan a las salas. No porque sea una película notable (ni siquiera se ubica entre las mejores de la franquicia), sino porque tiene ese delirio y esa espectacularidad que solo se puede experimentar con la pantalla más grande y el mejor sistema de sonido posibles. No hay dispositivo hogareño, por más avanzado que sea, que pueda equiparar la experiencia inmersiva y envolvente de las escenas de acción protagonizadas por Vin Diesel y compañía.

Si la novena película de la saga es una buena excusa para regresar a los cines, también marca otra vuelta, en este caso detrás de cámara, de Justin Lin, director de la tercera, la cuarta, la quinta (para muchos la mejor de todas) y la sexta entregas. Tras un paréntesis de ocho años (en el medio filmó desde Star Trek: Sin límites hasta un par de episodios de la serie True Detective), el realizador y aquí también coguionista de origen taiwanés recupera parte del desenfado y la simpatía de los mejores exponentes de la longeva y taquillera franquicia.

Más allá de las set-pieces (cada vez más hilarantes en su constante desafío de las leyes de la física), Rápidos y furiosos siempre tuvo como base la reivindicación de la familia (la de sangre y la que se construye a fuerza de lealtad y sentido de pertenencia). En ese sentido, el prólogo nos remonta a 1989 y narra la muerte del padre de Dominic Toretto en plena carrera de autos con su hijo por entonces adolescente como testigo en los boxes desde su lugar de mecánico. Y, para que todo siga dentro del núcleo familiar, el nuevo villano no será otro que Jakob (el ex astro de lucha libre John Cena), hermano de Dominic y de Mia (Jordana Brewster).

Cuando ya en la actualidad Toretto, su pequeño hijo y su esposa Letty (Michelle Rodriguez) parecen haber encontrado algo de paz y armonía en una granja, reaparecen sus laderos Roman (Tyrese Gibson), Tej (Chris “Ludacris” Bridges) y Ramsey (Nathalie Emmanuel) para que retomen la acción; así como la manipuladora Cipher (Charlize Theron), el apuntado Jakob con un ejército de mercenarios y -en poco más que cameos- el Mr. Nobody de Kurt Russell y la Queenie de Helen Mirren. Así, Rápidos y furiosos 9 se convierte en un viaje por casi todo el planeta más cercano al espíritu de otras sagas como las de Misión: Imposible y James Bond. Es que con los músculos y los autos a toda velocidad ya no alcanzan para una franquicia que quedó presa de la exigencia de ser con cada nueva entrega más gigantesca, más larga, más ruidosa y más espectacular que las anteriores.