Rápidos y furiosos 8

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

Rápidos y furiosos 8: mucha carrera, poca emoción

Rápidos y furiosos 8 es como un auto tuneado: tiene elementos de otros vehículos, alcanza mucha velocidad y se ve bastante ridículo, pero dar una vuelta puede ser muy divertido.

La nueva entrega de la serie ya no se parece a la película sobre picadas ilegales con la que comenzó su exitosa historia. Ahora es un pastiche en el que la trama no importa y todo es más grande e inverosímil. Vin Diesel interpreta a Dom Toretto, que maneja rápido y choca cosas, mientras intenta actuar emociones profundas con su acotada gestualidad. Jason Statham y Dwayne Johnson hacen una dupla que invita a imaginar la fabulosa comedia familiar y hasta romántica que podrían protagonizar. Además vuelve el genial Kurt Russell y se suman Scott Eastwood y Charlize Theron, una perfecta villana gélida. Hay escenas de acción que entusiasman, pero también chistes y momentos dramáticos tan ridículos que causan gracia. Un mayor protagonismo de los autos corriendo en todo su esplendor y no siendo destruidos hubiese sido más satisfactorio. Pero la última y espectacular persecución sobre hielo genera suficiente adrenalina para hacer que el viaje haya valido la pena.