Rápidos y furiosos 8

Crítica de Gonzalo Solanot - El Lado G

Espectacularidad sin sentido con autos que corren a velocidades infernales y piruetas increíbles. No esperen otra cosa de Rápidos y Furiosos 8, porque es la encarnación del pochoclo del cine actual.

Nadie esperaba a que una película que tratase sobre un policía encubierto investigando a un corredor de picadas ilegales se terminase transformando en un híbrido entre Misión Imposible, María la del Barrio y Avengers y llenando de plata a la gente de Universal. Pero bueno, acá está con su octava entrega hasta el día de la fecha, con un cast de personajes muy variados y con un baggage propio

La familia está más asentada que nunca, los miembros del equipo de Dominic Torreto (Vin Diesel, son ahora parte de una especie de agentes secretos motorizados del gobierno que viven al margen de la ley pero cumpliendo misiones resguardando la seguridad del mundo. Todo parece tranquilo hasta que Cipher (Charlize Theron, Mad Max: Fury Road) llega para sacudir el mundo del corredor más respetado de todos y lo volverá en contra de su tan amada familia.

La trama dialoga entre momentos cómicos, de acción y bastante oscuros, por momentos la película es conciente de su identidad y decide elevar la vara de la estupidez pochoclera aún más, lo cual le sienta de maravilla. Es en los momentos donde la trama empieza a oscurecerse cuando la película flaquea, cuando en ciertos puntos algunas acciones de los personajes se tornan demasiado violentas, bajando a tierra de un cachetazo al espectador. Aquí el film es fiel a su naturaleza de melodrama de telenovela del mediodía y, si bien a primera vista es muy exagerado y desentona, son decisiones concientes que ya forman parte del espíritu de la franquicia.

La comedia es básica y predecible, con algunos momentos algo hilarantes pero fugaces, y se da en base a los personajes de la trama, la mayoría chatos como tapa de motor. Los únicos que destacan son Vin Diesel, con un Torreto reluctante y un poco más expeditivo que en las anteriores entregas, y Jason Statham, con un timing cómico bastante pulido e impresionantes escenas de acción. La villana de turno, Cipher, interpretada por Charlize Theron, es una especie de super hacker llevada al extremo, capaz de controlar un ejército de autos cual serpiente gigante por la ciudad de Nueva York. Algo muy exagerado, pero otra cosa no puede esperarse de esta franquicia hoy en día.

La cinematografía podría considerarse como una mezcla entre un videoclip musical, muy bien editado y con planos impactantes, y una película pornográfica protagonizada por autos. Claramente esto es una decisión buscada y no se le puede reprochar a la película por ser fiel a su identidad, pero merece la pena reconocer que el registro aquí es estilo sobre substancia, y Rápidos y Furiosos 8 es consciente de ello. Y como película para apagar el cerebro y tener una experiencia de entretenimiento cinematográfico cumple con ganas.

El tercer acto es lo que mejor de la película, el momento donde la misma abraza con fuerza su espíritu pochocloexplosivo y brinda escenas estúpidamente brillantes, sólo posibles en esta franquicia. Los primeros dos actos cuentan con momentos similares, pero son las secuencias de diálogo y melodrama lo que enlentece el ritmo, resultando que la pregunta en la cabeza del espectador sea, ¿cuánto falta para que se empiecen a pegar o se suban a un auto de nuevo?