Rápidos y furiosos 7

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

INVENCIBLES CORRECAMINOS.

Cada vez pelean contra villanos más grandes. Es la ley de las sagas de acción: se recargan a sí mismas para ir doblando la apuesta. En el centro, por supuesto, están las calles, los autos, las persecuciones. Estupendamente presentadas. Nada iguala la espectacularidad y la imaginación de estas corridas. Lo demás es lo de siempre: tipos básicos, simples, imbatibles, que cada vez que logran disfrutar una vida tranquila el deber o lo que sea los convoca. Y otra vez salen a la cancha a pelear contra los malísimos. Ahora el que los gtiene mal traer son dos súper enemigos: un vengativo de alto vuelo; y un invento feroz, El ojo de Dios, un chiche que ubica lo que quiere en cualquier lugar del planeta. Peleas largas, balazos y piñas, autos que hacen de todo y pilotos a su altura. Taco, punta, aceleraciones y frenada, derrapes, saltos y velocidad pura. Para los fierreros, un plato bien servido. Los que buscan otra cosa, mejor sacarse el casco y abstenerse.