Rambo: Last Blood

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Cuesta entender cómo Rambo llegó a la quinta película, es decir, cómo una idea que fue lograda en 1982 con “La primera sangre” vuelve ahora 37 años después con “La última sangre”, para respetar la traducción original. La historia de John Rambo, aquel veterano dolido tras la Guerra de Vietnan, todo un plato apetitoso para la filmografía norteamericana, ya cumplió un ciclo. Sin embargo, Stallone quiere seguir sumando dólares con esa marca. Y no sólo apostó con su productora Balboa Productions, sino que también metió mano en los guiones, y no se imaginan cómo se nota. La película es simplemente obvia. A Rambo le secuestran la sobrina y combatirá con una red de trata de mujeres en México para traerla con vida. A veces las cosas salen mal y Rambo, quien en la escena más trágica demuestra que es el peor actor para hacer una escena dramática, querrá vengarse de todos. Hay ríos de sangre, una historia recurrente y un final que mueve a risa por lo gore tirando a bizarro. Sólo para fans.