Quiero matar a mi jefe

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Para Nick, Kurt y Dale lo único que haría su rutina diaria más tolerable, sería poner a sus jefes bajo tierra. Renunciar no es una opción, por eso ingenian un complicado pero al parecer infalible plan para deshacerse de ellos en forma permanente.

El gran atractivo de Horrible Bosses, más allá de ser una idea algo original, se sitúa sin duda en el enorme grupo de actores que la componen. Descontando a los tres principales, que fuera de Jason Bateman no tienen muchos kilómetros hechos en cine, hay un reparto de secundarios capaces de encabezar por separado proyectos que los tengan en roles protagónicos. Es sin dudas poco común que un ensamble así se conforme para una comedia y se trata, en ese sentido, de uno de los motivos principales para verla.

Nick, Kurt y Dale, cansados de los jefes que los hacen miserables, idean y ejecutan un plan para matarlos y así lograr que sus vidas sean un poco más sencillas. Un trío al mejor estilo The Hangover, entiéndase "El galán, el coherente y el loco", pone en marcha un pacto homicida del tipo Strangers in a train para liberarse de sus superiores, un psicópata, un imbécil cocainómano y una maniática sexual. Los protagonistas, si bien no salen de su zona de confort (Bateman repite su papel de Arrested Development, Charlie Day su genialidad de It’s always sunny in Philadelphia) se entienden y soportan el peso de la película. La base está, el equipo también, ¿entonces por qué Horrible Bosses no es un mejor trabajo?

No es que sea una mala comedia, sino que sólo cumple. Todas las expectativas que se pudieron haber generado en torno a la propuesta se encuentran con un problema estructural que es el del guión. De por sí el hecho de tener que hacer malabares con tantos personajes que piden pista se resuelve fallando a favor de uno, el de Kevin Spacey, mientras que el resto sólo vive para algún gag aislado. Estas caricaturas buscan más el chiste que se abre y cierra en el momento en lugar de apuntar a un plano más amplio, restringiendo por ejemplo a Jamie Foxx y Colin Farrell, quien trabaja mejor cuando no se queda en el carilindo (recuerden In Bruges) a un limitado número de recursos.

Por otro lado no abundan las carcajadas y el desarrollo es más pausado de lo que se esperaría, lo cual no implica que no sea divertida. Entretiene y genera risas, el equipo de actores funciona tanto desde lo grupal como en lo individual, sin embargo no hay escenas que se destaquen o que hagan de Horrible Bosses una película inolvidable. En definitiva se trata de una buena idea, pero sus dificultades en el guión acaban por dejarla como una oportunidad malograda.