Quiero matar a mi jefe

Crítica de Juan Pablo Ferré - CinemaScope

Qué bueno sería que no existieras...

Más que una comedia disparatada, Quiero matar a mi jefe es una fantasía común de muchos trabajadores hecha película. Y, claro, a partir de allí, es una comedia disparatada. ¿Quién no ha sufrido a algún jefe de esos malos, de esos guachos que parece que hicieran todo lo posible para que uno la pase mal? ¿Y acaso nunca se nos ocurrió, luego de la peor conversación con su superior, arrojarlo por la ventana del piso 18? Bueno, a los protagonistas de este filme les pasa también. La única diferencia es que deciden llevarlo a cabo.

El trío protagónico: Day, Sudeikis, Bateman. Hilarantes.
Lo primero que se destaca de esta comedia es su efectividad para generar risas. Siguiendo ese estilo zafado, irreverente y hasta semi improvisado de las comedias actuales (pensemos en Todd Philips o Judd Apatow, con sus diferencias), Quiero matar a mi jefe se apoya en una idea interesante y se desarrolla sobre un guión desparejo, poco serio, desprolijo, pero hilarante, que se apoya principalmente en tres grandes actuaciones protagónicas (Charlie Day, Jason Bateman y Jason Sudeikis) y en estupendas participaciones secundarias de Kevin Spacey, Jennifer Aniston, Colin Farrel y Jamie Foxx. Todos estos grandiosos actores aportan una cuota de calidad a un filme que podría no necesitarla. Especialmente Kevin Spacey, que es en parte responsable de que una larga lista de películas formen parte de las listas de preferidas de muchos cinéfilos, como por ejemplo Pecados capitales, Belleza americana o Los sospechosos de siempre -estas dos últimas le valieron un Oscar- participa de varias escenas geniales que por sí solas valen el precio de la entrada de cine.

El jefe de Nick se ríe de su dolor
El extraño guión se sostiene con una serie de situaciones hilarantes concatenadas, aunque nunca abandona el nudo central de la historia que plantea. De principio a fin, se plantea el objetivo de eliminar a sus jefes y el cierre del filme es cuando ese fin se resuelve. En el camino, se dan las situaciones y los diálogos más extraños. Como ejemplo, cuando dos de ellos discuten sobre cuál de los dos sería más violado si estuvieran en la cárcel. No se puede decir que sea un guión profundo o interesante, pero muchos de estos diálogos -que según muestran las escenas quitadas del producto final durante los créditos parecen haber sido logrados en base a ensayo y error, a improvisaciones- son realmente efectivos. Y la mayor parte del crédito no se debe tanto al contenido en sí de esas líneas, si no a quienes lo dicen, cada uno de los personajes que no podríamos decir que son "complejos" pero sí bien construídos y fieles a sí mismos.

Jamie Foxx es un ¡consultor de asesinatos!
Su director, Seth Gordon, tiene mayor trayectoria en el ámbito del documental (realizó The King of kong, un celebrado filme sobre videojuegos) que en el de la ficción, en donde su único antecedente es una comedia navideña de poca monta con Reese Witherspoon y Vince Vaughn (Four Christmases), pero se ve que aprendió mucho de sus experiencias como director de varias de las sitcoms más famosas de la TV norteamericana, como Modern family, The office y Parks and recreation, porque Horrible Bosses demuestra una gran efectividad a la hora de hacer reír.

Nada que se pueda decir de los apartados técnicos (hay alguna persecusión bien lograda y algún detalle de edición bien elegido) es realmente determinante a la hora de analizar esta película. Sólo se podría agregar que la resolución del guión parece sacada de otra película, porque ya a partir de que el conflicto debe resolverse hay un viraje hacia lo "detectivesco" que esta justificado por buscarle solución pero no tanto por el bien de la comedia en sí. Sin embargo, nada de eso es suficiente para que el filme decaiga en su intensidad cómica.

Jeniffer Aniston interpreta a una abusiva jefa comehombres.
Quiero matar a mi jefe es una película graciosa y efectiva. Cuenta con un elenco que se destaca tanto individualmente como en conjunto y tanto en sus personajes secundarios como en los protagonistas, con un grupo de actores con poca trayectoria que nos traerán seguramente muchas más risas en películas venideras.