Quiero bailar con alguien

Crítica de Juan Ignacio Quiroga - Loco x el Cine

Con el tiempo, la seguidilla de biopics dará que hablar y este caso no es la excepción.

Quiero bailar con alguien se centra en la vida de Whitney Houston (Naomi Ackie) desde su juventud hasta su muerte, pasando desde su entorno familiar, el laboral, mostrando también tanto su caída como su resurgir. Todo esto, sin tapujos.

Yendo a los detalles técnicos, el film de Kasi Lemmons logra contar una historia lineal, sin flashbacks ni alteraciones temporales (a diferencia de Rocketman), con un buen ritmo ante la información brindada (gracias al guion de Anthony McCarten, el mismo de Bohemian Rhapsody). En cuanto al score de Chanda Dancy, está acompañada por la vibrante fotografía de Barry Ackroyd al elegir colores neutros para las primeras escenas, tonos coloridos para el estrellato (veremos recreaciones de videoclips y shows en vivo), pasteles para remarcar la relación madre-hija, predominando un clima cálido, más allá de los momentos más crueles de la artista (como la falta de apoyo de su padre al priorizar la administración monetaria de su hija, la violencia doméstica, las adicciones, etc). Personalmente, quiero destacar que la actriz elegida como protagonista tenga una voz similar a la cantante aunque solo cante en algunas escenas (como en los primeros minutos), debido a que gran parte escucharemos la verdadera voz de Houston en las canciones.

Y por último, pero no por eso menos importante, una mención especial para las actuaciones de Stanley Tucci como Clive Davis, Ashton Sanders como Bobby Brown, Nafessa Williams como Robyn Crawford, Clarke Peters como John Houston, Tamara Tunie como Cissy Houston, Bria Danielle Singleton como Bobbi Kristina, Kris Sidberry como Pat Houston, Daniel Washington como Gary Houston y Luke Crory como un superfan.

Conocida mundialmente como la mejor voz de nuestra generación, esta cinta de 146 minutos es ideal para seguidorxs de ella, amantes de este subgénero o para quienes quieran disfrutar de una gran historia que pudo ser la de cualquiera (en mi cabeza no paraba de asociarlo con la de Tina Turner), con el fin de despojarse de lo impuesto por sus padres, ser fiel a su identidad y transmitirnos su mensaje: seguir el camino del amor.