¿Quién mató a mi hermano?

Crítica de Walter Pulero - Cinergia

No estoy seguro si como sociedad estamos conscientes de la gravedad institucional que representa el caso de Luciano Nahuel Arruga. Detenido ilegalmente. Incomunicado. Torturado. Desaparecido en democracia. Y finalmente asesinado. ¿Quién mató a mi hermano? no es un simple llamado de atención, sino más bien un reclamo, un grito de furia que nos insta a reaccionar y a exigir justicia por lo que fue, por lo que es y por lo que será.

Luciano Arruga fue acusado de un robo y detenido de forma ilegal, incumpliendo con las normas que lo protegían por tener apenas 16 años. En la comisaría fue torturado por horas. Una vez liberado, y antes de poder denunciar formalmente lo que le había pasado, una patrulla de la policía bonaerense lo levantó en una esquina de su barrio, siendo esta la última vez que se lo vio con vida. A partir de ese 31 de enero de 2009, su hermana Vanesa se convirtió en el incansable motor de su búsqueda. Una búsqueda que fue entorpecida por un largo entramado de corrupción, negligencia y vileza que afectaba ya no solo al estrato policial sino también al judicial y al político. Relatado desde su punto de vista, este documental es un trabajo de años que acompaña la titánica lucha de Vanesa en búsqueda de justicia; siendo testigos de todos sus avances, retrocesos y pequeños triunfos, siempre con sabor agridulce.

Esta película es bastante directa en su intención y realización, sabiendo de la potencia de su historia. Por ello es acertado que el núcleo informativo y emocional sea Vanesa. Viendo el documental incluso, uno puede darse cuenta de la evolución en ella, y no pudiendo sino al menos admirar y ser inspirado por su valentía ante el colosal poder estatal que enfrenta.

Una fuerza y coraje que hasta emocionó a la mismísima Nora Cortiñas (una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo) en uno de los momentos más emotivos del film.
¿Quién mató a mi hermano? es un duro recordatorio, una incómoda y necesaria queja a grito pelado, que también interpela al espectador. La pregunta del título no obtiene como respuesta un único nombre propio, sino que hace responsable al Estado en todos sus órdenes al desproteger y asesinar a uno de sus miembros más vulnerables. Y si este crimen lamentablemente queda impune, al menos sería bueno que no demos vuelta la cara, nos hagamos los desentendidos e intentemos olvidarlo.

Luciano Arruga presente. Ahora y siempre.

*Review de Javier Puma.