¿Quién mató a los Puppets?

Crítica de Brian Bahar - Cinergia

Los muñecos también son personas

En un mundo en el que los humanos y las marionetas conviven, el detective privado Phil Phillips (Bill Barretta), famoso por haber sido el primer y único policía puppet de la historia, deberá resolver una serie de asesinatos que tiene como víctimas a los integrantes de The Happytime Gang, una antigua serie de los 80s protagonizada en su mayoría por puppets (incluido el propio hermano de Phil) y que tiene como única integrante humana a Jenny (Elizabeth Banks) una ex actriz devenida en stripper.

Con el paso del tiempo el detective P descubrirá que no solo los asesinatos están vinculados con su propio pasado, sino que intentarán involucrarlo como el culpable. Para eso deberá volver a formar equipo con su antigua compañera humana, la detective Connie Edwards (Melissa McCarthy) con quien deberá dejar atrás las asperezas del pasado.

Lo primero que hay que dejar en claro es que ¿Quién mató a los Puppets? No es una película para chicos. El trailer y su poster lo deja en claro pero el hecho de haya títeres en una película puede despistar a más de uno. De hecho, no solo no es una película para chicos, sino que es una película para adultos con contenidos que incluyen humor negro, asesinatos, drogas y sexo explícito entre títeres. Si, sexo explícito entre títeres, en una de las escenas más delirantes, bizarras y posiblemente la más divertida de toda película.

¿Quién mató a los Puppets? está dirigida por Brian Henson, hijo del famoso titiritero Jim Henson, creador de los Muppets y la versión estadounidense de Plaza Sésamo, quien durante más de 15 años estuvo trabajando en una película con títeres destinada a adultos. Claro, que no le fue fácil ya que la organización encargada en la actualidad de los derechos de los muñecos creados por Jim Henson intentaron hasta las últimas consecuencias demandar a Brian y evitar que esta película saliera a la luz, algo que finalmente no sucedió ya que el juez de la causa lo rechazó. Sin embargo, con la intención de despegarse al máximo de los personajes, no hay ninguna referencia más allá del poster con la frase “No Sesame. No Street”.

La película falla en su punto más fuerte. El humor que maneja por momento es muy burdo y forzado y son realmente pocas las escenas que logran arrancar una carcajada legitima, claro que así está planteada desde su esencia, pero deja la sensación de que humor podría llegar a ser más inteligente, aun dentro de lo absurdo.

Sin dudas lo más interesante es como está retratada la convivencia entre los humanos y los puppets, siendo estos últimos marginados y maltratados, como una fiel analogía de la discriminación que sufren las minorías en el mundo real. Seguramente la película podría haber sumado más puntos si, dentro del tono que se propuso, se hubiera abordado el tema con mayor profundidad y no dejarlo solamente para los gags iniciales.
El elenco humano lo completan Maya Rudolph como Bubbles, la secretaria del Detective Phil; Leslie David Baker como el Teniente Banning y Joel McHale como el Agente Campbell, un agente del FBI obsesionado con incriminar a Phil por los asesinatos.

Al finalizar la película, durante los créditos se pueden observar un clips con bloopers, algunos de ellos forzados como en Toy Story, y las técnicas utilizadas para dotar de movimiento a los títeres, dejando en claro el gran trabajo volcado en este aspecto, uno de los más atractivos de la película.