Querido señor

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Una mujer valiente

Tras el éxito internacional de su documental What’s Love Got to Do with It? (2013), un film sobre el matrimonio en la India, la realizadora Rohena Gera regresa con su primera ficción, Querido Señor (Sir, 2018), una obra sobre la relación platónica entre una joven sirvienta viuda y su joven patrón en la vibrante ciudad de Mumbai.

Debido a la cancelación de la boda de Ashwin (Vivek Gomber), un joven escritor y arquitecto indio contrariado por las costumbres de su país tras su reciente experiencia bohemia en Estados Unidos, Ratna (Tillotama Shome), una joven viuda asignada por la madre de Ashwin para asistir al matrimonio fallido en su vida cotidiana, debe acudir a Mumbai antes de lo esperado para servir a su patrón. Ashwin se ha dado cuenta de que lo mejor para él no es seguir los mandatos de su familia y casarse con la mujer que su madre ha elegido, acusando a su prometida de una infidelidad. A pesar del juicio negativo ante la situación de una mujer sola en un departamento con un hombre, Ratna hace oídos sordos y niega una y otra vez los prejuicios hasta que Ashwin inesperadamente le declara su amor en medio de una festividad local.

En ambos personajes se destaca la necesidad de romper con el mandato que la sociedad tradicionalista india les depara. Mientras que Ratna intenta aprender confección para convertirse en diseñadora de modas y así dejar la servidumbre, Ashwin ha regresado recientemente de una vivificante temporada en Estados Unidos como escritor, escapando de la lucrativa empresa constructora familiar. Entre ambos crece un cariño desparejo, ya que ella se encuentra en un lugar de debilidad y dependencia.

El film combina muy bien los diálogos de un guión inteligente y sencillo con los gestos y las escenas de intimidad de una cultura sacudida por su integración al mundo pero que aún mantiene sus particularidades, tanto buenas como malas en términos del respeto de las libertades individuales. Las actuaciones de todo el elenco son excelentes, destacándose en su papel la protagonista Tillotama Shome como una mujer que intenta superar el fallecimiento de su marido a una edad muy joven y salir adelante en una sociedad que considera la vida de una viuda terminada con la muerte de su pareja, según los estrictos códigos que atan a las esposas a la vida y muerte de sus esposos y estipulan estadios en los que la mujer se casa, tiene hijos y los cría para repetir el ciclo, cuestión que remite a la necesidad de aquiescencia en las tribus de la antigüedad previas a la mundialización capitalista, tradiciones hoy devenidas resistencias -en muchos casos retrógradas- ante la aldea global.

Querido Señor deja en claro todas las circunstancias que hacen imposible la relación entre ambos protagonistas a través de un contexto principalmente expresado en los circunspectos diálogos, pero también da cuenta de los intersticios para el progreso personal de Ratna. También hay un claro contraste entre el desarrollo inmobiliario desigual en Mumbai a partir del lugar donde vive la hermana de Ratna con su marido en comparación con el amplio y lujoso departamento en una torre de Ashwin. También se suma que Ratna vive en ese mismo departamento en una habitación muy pequeña sin ventanas, un verdadero sucucho. Pero las sirvientas tienen sus tácticas de evasión y conocen accesos a la terraza que los dueños desconocen, espacios donde pueden disfrutar y charlar tranquilamente fuera del alcance de la mirada de los patrones, amos rodeados de sus sirvientes que conducen sus autos, les abren la puerta, vigilan sus entradas, les preparan y sirven la comida y construyen los edificios que nunca podrán poseer.

Rohena Gera realiza aquí un retrato muy dinámico y preciso de las contradicciones y las desigualdades de la India, su desarrollo urbano y los alcances de sus tradiciones y grietas, en una historia de amor que pone a la sociedad india ante sus paradojas, dejando entrever duras desigualdades que perfilan consecuencias nefastas para su desarrollo humano a través de tradiciones que en lugar de evolucionar hacia la resistencia contra la explotación sostienen y exacerban las desigualdades que deberían abolir.