Querido papá

Crítica de Walter Pulero - Cinergia

Relato sobre conflictos generacionales

En esta ópera prima del guionista y director Yuval Delshad, film representante de Israel al Oscar extranjero, se describen las costumbres de una familia iraní radicada en la década de 1980 en la desértica región de Néguev, algo poco visto en los cines de ese país, donde es extraño encontrar que un director encare un proyecto acerca de una comunidad de ese origen.
Yitzhak (Navid Negahban) es el rígido padre de Moti (Asher Avrahami), un niño de 13 años. El hombre heredó un criadero de pavos y bajo la supervisión de su padre quiere que su hijo siga la tradición del emprendimiento. Su misión en tanto será enseñarle cómo llevar adelante esa actividad. Pero Moti se encuentra entusiasmado por hacer inventos, la electrónica, la mecánica y lo artesanal. Recibe presiones por parte de su padre hasta que llega el tío renegado Darius (Fariborz David Diaan) desde Estados Unidos, con otra visión acerca de la vida, y quien escapó de la granja. Él junto a la madre del niño, Sarah (Viss Elliot Safavi), será adepto a que Moti escapar de esos mandatos.
Querido papá es una película melodramática con pocas cuestiones que puedan llamarnos la atención. La herencia familiar, el hijo que maldice a su padre, el padre autoritario, la madre relegada a un segundo lugar, son realidades que conocemos y ya hemos visto. Pero lo característico del film es que se lo trata con dureza para comprender mejor esas situaciones cotidianas.
Cuenta además con una extraordinaria fotografía y banda sonora, que le aportan a la historia sencilla la dosis necesaria como para convertirla en imprescindible.

El film maneja también momentos realmente emotivos, donde es probable por momentos se transformen en naif, demasiado sentimental y con menos sutilezas, pero no por eso deja de ser un relato importante y modesto sobre un conflicto generacional que estalla en medio de la cultura de una comunidad poco
vista en el cine.