Querido asesino

Crítica de Fernando López - La Nación

Deslucida remake de una comedia de los 70

Un dúo masculino, cuanto más discordante mejor; el azar que los fuerza a convivir en circunstancias críticas (generalmente vinculados con algún caso policial) y que genera equívocos y enredos vodevilescos, un par de figuras con atractivo popular dispuestas a divertirse, diálogos ocurrentes. Francis Veber conoce bien la fórmula y la ha aplicado con tanta eficacia como para haberse convertido en el mayor exportador francés de ideas para Hollywood. Pero estamos aquí muy lejos de Los compadres, Los fugitivos, Ruby & Quentin-Dije que te calles y más aún de la versión original de esta comedia que nació como pieza teatral y que en 1973 dirigió Edouard Molinaro con Lino Ventura y Jacques Brel; Sálvese quien pueda fue el imaginativo título local.

Es probable que Veber se haya quedado desde entonces con las ganas de hacer su propia versión de aquella historia, que ya mereció una remake norteamericana: Compadres, que fue el último film de Billy Wilder y tuvo como protagonistas a Jack Lemmon y Walter Matthau. Lo que es difícil de establecer es qué es lo que tenía de nuevo para aportar, y menos si se trataba -como ha sugerido- de una cuestión de elenco. Una de las debilidades de esta pálida comedia está, precisamente, en el dúo central: Richard Berry no es precisamente un as de la comedia y Patrick Timsit hace de François Pignon (el "emmerdeur" del título, personaje que Veber ha empleado en varios films) un pesado tan convincente y tan falto de gracia que a ratos se vuelve insoportable no sólo para su compañero de la ficción sino también para la platea.
Burdo

Poco ha hecho Veber (si se exceptúan tres o cuatro apuntes más o menos eficaces y más o menos burdos) para remozar la historia del asesino profesional cuya misión (eliminar a un testigo incómodo) se complica por la presencia, en el cuarto contiguo del hotel donde está, de un aspirante a suicida tan depresivo como cargoso. Sin ideas en la puesta ni brío en los actores, todo se vuelve apagado y anodino. Nada menos recomendable para un film que quiere hacer reír.