Querido asesino

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Con la presencia detrás de cámaras del talentoso Francis Veber, Querido asesino no alcanza los picos de eficacia de algunas otras brillantes comedias suyas pero logra un producto humorístico aceptable. Creador de films notables del género como El juguete, Los compadres, El placard y La cena de los tontos, Veber trabajó con grandes actores y comediantes franceses como Pierre Richard, Gerard Depardieu y Daniel Auteuil, y también fue autor de aquél film singular de Philippe de Broca, El magnífico y otros memorables con distintos directores como Alto, rubio y con un zapato negro, La jaula de las locas y su secuela. Este hombre que asimismo emprendió remakes de sus guiones y films en Estados Unidos reflota aquí un personaje histórico de su cuño como François Pignon, un cargoso de pocas luces que puede ser capaz de los actos más nobles. La trama transcurre casi en su totalidad en dos habitaciones de hotel comunicadas por una puerta en las que están él (traicionado y al borde del suicidio) y un sicario implacable. Los enredos que se producirán serán inevitables e incluirán a un tercer sujeto, el doctor amante de la mujer de Pignon, con alguna participación desopilante. El buen humor de los protagonistas Patrick Timsit y Richard Berry sostiene la eficacia de una propuesta llevadera.