¿Qué voy a hacer con mi marido?

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

Una pareja en terapia

Kay y Arnold acaban de cumplir 31 años de casados. Pero realmente no hay nada que festejar. La pareja está aniquilada por la rutina, y lo único que comparten es el espacio común de la casa. Ya se acostumbraron a dormir en habitaciones separadas y no hay un beso, una caricia ni un mínimo gesto que hable de dos personas que se aman. Sin embargo, la única que advierte esta situación es la mujer, que literalmente arrastra a su quejoso marido a una suerte de vacaciones para hacer terapia de pareja. La traducción “¿Qué voy a hacer con mi marido?” es engañosa (el título original es “Hope Springs”), porque da lugar a pensar que se trata de una comedia satírica, que disparará carcajadas, cuando en realidad se trata de una comedia para reflexionar. Hay espacio para la risa, sí, porque en el proceso de la terapia la pareja se enfrenta a situaciones desopilantes, pero el enfoque de ese vínculo desgastado también tiene tintes dramáticos. El director David Frankel se mueve muy bien en ese terreno —el de la comedia agridulce— como ya lo demostró en “El diablo viste a la moda” y “Marley y yo”. Y también muestra un gran equilibrio para no caer en el chiste fácil o el melodrama. Es cierto que las escenas en el consultorio del terapeuta pueden volverse algo tediosas, pero a Meryl Streep le alcanzan un par de gestos para iluminar la pantalla.