Que todo se detenga

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Un deseo imposible fruto de la decepción y la desesperación. Detener un mundo que no ofrece alternativas, donde el éxito no seduce y el descenso a los infiernos resulta inevitable. Ese estado emocional se ocupa la película de Juan Baldana, basada en la novela de Gonzalo Unamuno. Un hombre de 40 años que no encuentra donde aferrar alguna esperanza. Un escritor frustrado que apenas se mantiene escribiendo en una revista, que ni en su vocación ni en la realidad social y política encuentro algo que le interese, que logre anidar alguna creencia. Lo suyo es un descenso al infierno con vecinos atemorizantes, amigos de ocasión, los secretos familiares que se visibilizan cuando ronda la muerte de su madre, la inasible recomposición de un amor que terminó mal, la tentación de la adicción a las drogas. El personaje de German Beraja es un hombre que destila veneno, que ya no puede asirse a nada, poseedor de una conciencia hiriente y fatal del mundo, que se expresa feroz. Gerardo Otero y el director aciertan con la composición de ese personaje desagradable, en carne viva. Un elenco que se nutre de Luis Ziembrwski, Claudio Tolcachir, Alan Sabbagh, entre otros.