Que 'la cosa' funcione

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Woody sabe como armar una buena ensalada

Todos sabemos que Woody Allen "fabrica" un opus por año. La cita anual de este año era justamente "Conocerás al hombre de tus sueños" (Comentario aquí) que de hecho ya ha sido estrenada en Buenos Aires en el verano. Pero por esas vueltas de la distribución local, su película anterior, "Whatever Works" nos la habíamos salteado y llega ahora, con un poco de retraso.

Pero justamente es en beneficio de "Que "la cosa" funcione" ya que el traspié autoral de Woody en "Conocerás..." había sido tan tremento que sólo por comparación, el estreno de esta semana sale ganando y es, al menos, mucho más disfrutable y en una línea coherente con sus obsesiones, sus traumas y su manera de ver las cosas, que lo identifican y que lo hacen un ícono indiscutible.

En este caso la historia que nos cuenta Woody es sumamente sencilla: Boris Yellnikoff (un Larry David que es el alter ego absolutamente ideal del mismísimo director) es un profesor universitario de física cuántica, ya retirado, típicamente neoyorquino y con un divorcio... más un intento de suicidio en su haber. Ahora tiene como nuevo "hobby" enseñar a jugar ajedrez a los niños, escupiéndoles crueles verdades si es que no sirven para eso.
Todo esto nos lo cuenta él mismo con un enteramente disfrutable monólogo a la cámara que lo pinta de cuerpo entero. Así es Boris.... y un poco así es Woody.

Y para ponerle un poco de "sal" a su vida, el destino quiere que se cruce con Melodie (Evan Rachel Wood conocida por su protagónico en "A los trece" y como la hija de Mickey Rourke en "El luchador") quien se acaba de escapar de casa y quien bajo una lluvia torrencial le pide que, al menos, la deje pasar la noche en su sofá. Y quizás la cosa funcione...

"Whatever works" tiene muy poco que ver con la brillante "Match Point". Es más bien una enorme ensalada, en la que Allen mezcla los mismos ingredientes de siempre, los que ya ha usado en películas anteriores y que quizás sean novedosos para los que se acercaron a su cine recientemente.
Para aquellos que extrañan "Crimenes y Pecados" "La otra mujer" o "Hanna y sus hermanas" evidentemente esta comedia está muy lejos de su mejor cine pero nos cerca un entretenimiento inteligente y con un ritmo con el que puede llegar a todos los públicos.

Tiene, por suerte, destellos de ironía y de un negrísimo sentido de la vida que vuelca absolutamente en el personaje de Larry David ( perfecto y genial como esta copia de sí mismo que hace el propio Woody, ya alejado de la actuación) y en boca de quien pone las mejores y más festejadas líneas del guión.
Se celebra nuevamente la complicidad que plantea en sus monólogos hacia el espectador ("rompiendo" esa pared como ya lo hacian los propios personajes de "La Rosa Púrpura del Cairo").

Volviendo a Boris, nada es tan sencillo y pronto la situación se complica, cuando aparezca en escena la madre de Melodie (nuevamente trabajando a las órdenes de Woody, Patricia Clarkson, sutil en su delirio y en una actuación nuevamente exquisita), una intelectual iluminada por el arte moderno, amante de la fotografía y porqué no del ménage á trois.
Vuelca en ella la pizca de snobismo y desparpajo que tenía Dianne Weist en "Disparos sobre Broadway" y para demostrarnos su capacidad de reciclar y autoreferenciarse aparece el romance de la estudiante con un hombre mayor como en "Manhattan" e indudablermente el personaje de Melodie le debe muchísimo al de Mira Sorvino en "Poderosa Afrodita": un poco hueca, un poco inexperta, un poco enamoradiza...

Tiene también sus reflexiones sobre la pareja al mejor estilo más liberal que volcó recientemente en "Vicky Cristina Barcelona" o hace ya un buen tiempo en "Comedia Sexual de una noche de verano" y en los monólogos de David nos muestra una vez más su efectivísimo recurso del monólogo intimista que ya maneja al dedillo desde la memorable "Annie Hall - Dos extraños amantes".

Y Woody apuesta a lo seguro y gana. Quizás no sea hora de que se ande arriesgando por nuevos caminos. Transita los ya conocidos, el terreno firme y arma una comedia amena, sencilla, poco pretenciosa y nada novedosa, pero siempre Woody nos ilusiona con la posibilidad de volver a regalarnos una enorme película.

Una estructura que bien podría ser una buena obra de teatro, una Patricia Clarkson absolutamente deliciosa y un Larry David que no podría haber encontrado un mejor papel - o Allen alguien mejor para interpretarlo? - son los puntos más altos de esta comedia liviana del gran Woody.

Si "la cosa" funciona? Y, si, funciona bastante bien. Woody sabe cómo hacerlo una vez más.