Que extraño llamarse Federico

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

La Dolce Cinefilia

Dentro de la historia del cine europeo y mundial Federico Fellini es sin lugar a dudas el gran director de cine italiano, por más que en la actualidad este bastante olvidado por muchos espectadores y nuevos realizadores. Su figura ha inspirado tanto directa como indirectamente diferentes homenajes.

En este caso, Que extraño llamarse Federico huye de todos los lugares comunes de las biopics y de los documentales y genera como resultado una obra que además de interesar y atrapar al espectador, lo emocionará. Ettore Scola, otro gran peso pesado del panorama cinematográfico italiano dirige este film sobre su gran amigo y colega, en ocasión del vigésimo aniversario de muerte de Fellini.

Inicialmente conocemos a un narrador omniprescente que nos relata como ambos realizadores se conocen en la década del 40 a través de Marco Aurelio, una publicación de tinte humorística y satírica para la que ambos colaboran ya sea escribiendo o viñeteando, antes de lanzarse al mundo de la dirección. El film avanza combinando ficcionalizaciones de momentos históricos, con registros visuales, antiguas entrevistas, voz en off, recreaciones de anécdotas durante filmaciones –como una particularmente graciosa que tiene lugar durante el rodaje de Nos Habíamos amado tanto (C´eravamo tanto amati, 1974)- imágenes de detrás de cámara, y prueba de actores. Avanzando más, Scola nos permite conocer algunas particularidades en el comportamiento habitual de su amigo, así como ver ciertos rituales que practicaba para combatir su insomnio, y a la vez, buscar fuente de inspiración para personajes futuros.
Por momentos se torna repetitiva, pero Que extraño llamarse Federico resulta una pieza que deleita, genera risa, pasión, y sobre todo nostalgia por cierto cine barroco, sensual y maravilloso que parece extinguirse cada vez. Gracias al cine y al mundo, aún permanece en nuestras retinas –y en nuestras almas- el recuerdo del genial e irreverente maestro Federico, que en este caso puede provocar estallidos de lágrimas entre los más fervientes seguidores del director.