Que extraño llamarse Federico

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Adios a un amigo

Dicen que cuando alguien cercano muere una parte de él queda con nosotros y una parte nuestra se va con él. Algo de eso tiene este documental.
Federico Fellini y Ettore Scola trabajaron en la misma revista, "Marc Aurelio", siendo ambos muy jóvenes; allí comenzaron a desplegar su creatividad, se desarrollaron en la historieta, el dibujo, el humor, y se hicieron muy amigos.
A través de un narrador (Vittorio Viviani), vemos los comienzos de ambos en la redacción de la revista, los momentos que compartían, y entre recreaciones, fragmentos de archivo, y escenas surrealistas, se desarrolla este homenaje de un amigo a otro.
Lo más llamativo de la historia es su construcción visual, es impecable, desde detalladas recreaciones de época en blanco y negro, hasta creaciones de escenas felinescas, bizarras y coloridas, todo condimentado con los dibujos de ambos, sus charlas, e imágenes de sus películas.
Más allá de un homenaje a uno de los más impresionantes creadores cinematográficos, este nostálgico documental es un homenaje, una despedida, de un amigo a otro, vemos la obra de Fellini a través de los ojos de un amigo, de alguien que lo comprendía, y que trasnochaba con él por Roma en busca de inspiración.
Scola no solo describe y muestra todo lo que Fellini ha aportado como cineasta sino también lo que le ha dejado como compañero, y cómo su obra ha trascendido más allá de la muerte, como ya es parte de la identidad italiana.
Entre jóvenes que quieren crear, Roma de noche, infaltables gordas, circos que parecen de otro mundo e inolvidables mesas de bar, transcurre esta historia llena de imágenes, con la estética de ambos realizadores, donde dos amigos han construido historias, mundos y belleza.