Putos peronistas, cumbia del sentimiento

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Provocación deliberada hasta al buen gusto

Tiene su fuerza este documental institucional de una organización de La Matanza, que viene ganando premios en festivales especializados, a la vez que también despierta resquemores y desdenes, una reacción voluntariamente buscada desde la provocación en todos los órdenes, incluido el del buen gusto.

Es que la mencionada entidad no solo fastidia y causa el enojo de los viejos peronistas («La Comunidad Organizada es para realizar el hombre bueno y virtuoso, no el vicioso sensible», atacó un sindicalista), sino que además hace gala de separatismo. Por un lado estarían los putos pobres, ordinarios y buscapleitos, por el otro sus enemigos de clase, los gays de la burguesía, finos y bien educados, no importa que sean progres, o veteranos de la lucha contra el sida. El odio de clases no reconoce esos detalles. Una lástima, pero, como en tantos otros documentales sobre grupos militantes, de la militancia que sea, solo se oye una voz, la de quienes se adjudican todos los sufrimientos y los méritos.

El trabajo registra diversos avatares de esta organización encabezada por un portero de escuela, un peluquero transformista y un travesti mucama (como el de «Viudas» pero en la vida real), destaca su aparición oficial el 17 de noviembre de 2007, cuando coincidieron el Día del Orgullo Gay con el Día del Militante Peronista, y resalta las alegrías que acompañaron, a la vera del Congreso, la aprobación de la ley de matrimonio igualitario. También destaca como emblema una frase atribuida a Paco Jaumandreu: «Ser puto, ser pobre y ser Eva Perón en este país despiadado es la misma cosa».

Rastreando en el libro de memorias del propio Jaumandreu «La cabeza contra el suelo», puede leerse una ilustrativa anécdota. Una noche que lo detuvieron en actitud sospechosa, le hizo notar al comisario su cercanía con la Señora, reclamó el uso del teléfono, la llamó, le explicó que estaba detenido. La respuesta de la Señora fue muy precisa: «Jódase por puto». Lo contaba él mismo con admiración, aunque ahora puede decirse que eran otros tiempos.