Punto muerto

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

El cine negro de John Huston, con aquel Halcón Maltes de piloto y sombrero sobrevuela a “Punto muerto”, quizá la película más lograda y redondita de Daniel de la Vega en toda su filmografía. Ambientada en 1907, y con un blanco y negro determinante, la historia comienza con una voz en off que habla del “crimen más asombroso de la historia policial argentina”. Hay un encapuchado con capa llamado Espectro y un asesinato a una mujer ciega que escribe un mensaje en alfabeto braille. Desde allí la trama hace foco en una rivalidad feroz: la del consagrado escritor Luis Peñafiel (Osmar Nuñez), un especialista en novelas policiales, contra el crítico literario Edgar Dupuin (Luciano Cáceres). Peñafiel le teme a las críticas de Dupuin, en tiempos en que una mala reseña podía arruinar la carrera de un autor. Un tercer personaje, Gregorio Lupus (Rodrigo Guirao Díaz), admirador de la obra de Peñafiel, será una suerte de comodín en esta historia donde ocurre un asesinato tras una discusión entre los dos rivales y al desaparecer Dupuin, todo indica que el asesino es Peñafiel. De la Vega tejió con precisión diálogos y situaciones, con un timing impecable, para que la trama lleve de las narices al espectador. Encima, la música incidental, los planos utilizados y una sutil iluminación remiten de inmediato a aquel cine noir, pero a la vez le agrega la impronta de estos tiempos. Se destacan las actuaciones impecables de Nuñez y Cáceres, bien secundados por Guirao Díaz y Natalia Lobo. Lejos del terror de “Necrofobia” y “Ataúd blanco”, De la Vega pega un salto de calidad con un policial de lujo. Para no perdérsela.