Punto muerto

Crítica de Alina Spicoli - Estrelladas TV

Un crimen imposible

“Punto muerto” (2018) es un thriller nacional dirigido y escrito por Daniel de la Vega (“Necrofobia”, “Ataúd blanco”). Protagonizado por Osmar Núñez, el reparto se completa con Luciano Cáceres, Rodrigo Guirao Díaz, Natalia Lobo, Diego Cremonesi, Daniel Miglioranza, Enrique Liporace, entre otros. Filmada en una casona de tres pisos semi abandonada que está ubicada en San Telmo, la película ganó en las categorías de Mejor Director – Mejor Actor – Mejor Guión – Mejor Música del Festival Buenos Aires Rojo Sangre.

Ambientada en los años 50, la historia gira en torno a Luis Peñafiel (Osmar Núñez), un famoso escritor de novelas policiales que viaja en tren para dar una charla organizada por la dueña de un hotel, la cual es admiradora de éste. En el recorrido, Peñafiel le muestra su última novela a un crítico literario (Luciano Cáceres) que pareciera nunca tener una opinión positiva sobre sus libros. Al encuentro se une un joven que es gran admirador de Peñafiel y quiere aprender de él, por lo que también se dirige al hotel. Luego de la presentación con los lectores, Luis se verá involucrado en un crimen que tiene aspectos muy parecidos a los que escribió en su última novela y encima sucedieron en la habitación contigua. De esta manera, Peñafiel y el aspirante escritor deberán descifrar quién fue el astuto asesino.

Con claras referencias a los relatos de Agatha Christie, Arthur Conan Doyle, Alfred Hitchcock y Edgar Allan Poe, “Punto muerto” desde su comienzo nos introduce en un tipo de cine que en la actualidad ya no se realiza. Con los créditos puestos en el inicio, una música súper estridente y una fotografía en blanco y negro, la película busca homenajear en cada escena a los clásicos policiales negros de los años 40 y 50. ¿Lo consigue? Sí, pero a la vez resulta inevitable darse cuenta que por querer aclamar a las películas de antaño, en esta producción se pierde de vista la construcción de un buen guión.

Aunque el filme capta la atención del espectador a partir de las actuaciones (que son más teatrales que cinematográficas), la puesta en escena y el misterio central que gira alrededor de cómo el asesino pudo escaparse de una habitación con ventanas y puertas cerradas por dentro, pronto la trama se vuelve más rebuscada que convincente. Esto contradice a lo planteado en los primeros minutos del filme, ya que es el propio protagonista el que explica que la resolución de una novela policial debe ser tan simple como sorprendente.

Sin tener mucha lógica ni sentido, y con un gato negro que funciona solo como easter egg ya que tranquilamente podría no aparecer y la película sería lo mismo, “Punto muerto” lucía prometedora pero termina convirtiéndose en una chance desperdiciada por construir un apasionante relato de género. Eso sí: volver a ver cine en blanco y negro en la pantalla grande resulta una experiencia gratificante.