Punto de quiebre

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Una remake innecesaria

En esta nueva versión de la película de 1991, la trama es una excusa para mostrar destrezas en deportes extremos.

Durante años estuvo dando vueltas por los grandes estudios un proyecto de secuela de Punto límite, aquel clásico de acción de 1991 protagonizado por Keanu Reeves y Patrick Swayze, que en su momento fue novedoso por entrecruzar el mundo del surf con el de los ladrones de bancos. Pero esa segunda parte terminó quedando en la nada, y lo que tomó fuerza fue esta remake dirigida por Ericson Core (Invencible), que hace que revaloricemos la original de Kathryn Bigelow.

El argumento es parecido en lo básico (un agente del FBI infiltrado en una banda de delincuentes deportistas), pero tiene unas cuantas diferencias con su modelo. Una de ellas es que aquí, antes de convertirse en agente del FBI, Johnny Utah era un poliatleta de deportes extremos que abandonó la actividad y se volcó a las fuerzas de seguridad abrumado por el sentimiento de culpa que le dejó el accidente fatal de un amigo.

Justo cuando está tratando de ganarse la confianza de su jefe, ocurre una serie de audaces robos que involucran acrobacias de todo tipo y que son de lo más extraños: los ladrones no se quedan el botín, sino que lo reparten entre la gente común. Utah elabora la teoría de que los responsables pertenecen al ambiente de los deportes extremos, y desempolva sus viejas habilidades para infiltrarse entre los delincuentes.

Lo que sigue es una porno, pero con deportes extremos en lugar de sexo. Desde la primera toma hasta la última, la trama es una excusa -bastante débil, por cierto- para llegar a las espectaculares escenas de pruebas imposibles. Hay para todos los gustos: motocross sobre cornisas montañosas; surf en olas gigantes; paracaidismo sobre la selva y dentro de una caverna natural; snowboard en pendientes peligrosísimas; vuelo con trajes aéreos; escalada sin protección alguna.

Las destrezas son asombrosas y los escenarios naturales, increíbles: las montañas de Utah, los Alpes suizos, la selva mexicana, el Salto Angel de Venezuela. Se nota que Core hizo la mayor parte de su carrera como director de fotografía: hay que reconocerle que gran parte de las tomas son fabulosas -si no tienen más remedio que ir a verla, véanla en 3D-, pero no alcanzan para compensar el resto.

¿Qué es el resto? Personajes unidimensionales, de cartón pintado; actuaciones pésimas, al punto de que Keanu Reeves y Patrick Swayze son Laurence Olivier y Robert De Niro al lado de Luke Bracey y Edgar Ramírez; un tibio planteo sobre ecología y ecoterrorismo; una trama policial forzada, confusa, inverosímil. La conclusión es la misma que se aplica a todas las remakes fallidas: mejor quedarse en casa viendo la vieja Punto límite, y no arruinar el recuerdo con esta sacrílega actualización.