Proyecto Parque Patagonia

Crítica de Franco Denápole - Funcinema

LA AMENAZA DEL FUTURO Y LA RESISTENCIA DEL PASADO

Proyecto Parque Patagonia es un documental testimonial que trata sobre un conflicto político-ambiental que se da en un amplio territorio de la provincia de Santa Cruz. Los actores que se ponen en escena son, principalmente, dos: por un lado, la fundación “Flora y Fauna” o “Rewilding Argentina”, una ONG con capital privado cuyo objetivo es la “recuperación” y “repoblación animal” (por dar una traducción aproximada al término de origen anglosajón) de una no pequeña serie de territorios a lo largo del país. El objetivo, en teoría, es combatir el deterioro de los ecosistemas generado por la producción ganadera mediante la reincorporación de especies autóctonas y la reconstrucción de las cadenas tróficas o “alimenticias”. Del otro lado de la disputa se encuentran los pequeños productores agropecuarios cuyas familias ocupan desde hace aproximadamente cien años las mesetas patagónicas, y que defienden no un patrimonio económico (pues, como ellos dicen, tendrían más rédito al aceptar las ofertas millonarias de los inversores de “Flora y Fauna”), sino uno cultural e identitario, algo mucho más fuerte: un sentido de pertenencia, un relato de la ligazón de su historia familiar al trabajo y la transformación de las tierras.

Ese es, a grandes rasgos, el panorama político que traza la película dirigida por Juan Dickinson. Las interpretaciones de las acciones que la Fundación “Rewilding Argentina” realiza desde hace ya varios años sobre el territorio patagónico varían desde posiciones a favor (que se fundamentan en conceptos innovadores como “rewilding”, “producción de naturaleza” o “ecoturismo”) hasta posiciones en contra (que ven en estos proyectos una intención de apropiación y transformación de un patrimonio nacional, natural y cultural, para fines que se corresponden con intereses extranjeros). La narración, tal cual está contada, recuerda al mito de la civilización y la barbarie: la promesa del futuro en la forma del progreso versus la inapelable solidez del pasado, de generaciones de vivencias y una conexión con la tierra fundamentada en el tiempo.

La mayor virtud de este documental tal vez sea la claridad con la que dispone de los testimonios y va construyendo este escenario político desde la complejidad que conlleva la polifonía, la puesta en escena de diversas voces y puntos de vista. En este sentido la cámara se mantiene siempre neutra y no ejerce opinión alguna. En el único sentido en el que podría llegar a detectarse una toma de posición es en la direccionalidad del debate: mientras que los pequeños productores agropecuarios basan su discurso en la referencia constante a la fundación y a sus acciones, estos últimos no tienen oportunidad de responder a las acusaciones de sus interlocutores indirectos. Puede ser que se trate de una estrategia consciente, no sería la primera vez que los más poderosos hacen caso omiso a las réplicas de los menos poderosos puesto que no necesitan ganar esa discusión, si tienen, como un entrevistado dice durante el documental, “la plata y el tiempo de su lado”. Sin embargo, la ausencia de una réplica de la réplica deja la conversación algo truncada e inclina la balanza de la empatía del espectador ligeramente hacia los que son, en este caso, los “débiles”, los pequeños productores agropecuarios cuyo derecho a la tierra se sostiene en los cimientos de las estancias que sus ancestros hicieron surgir en una tierra salvaje y despoblada.