Proyecto 43

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Jugando con la delgada línea

“Proyecto 43” es una película ambiciosa que cuenta 13 historias distintas, protagonizadas por actores famosos de Hollywood.

Aunque en cuestión de gustos no hay quién legisle, esta película trae consigo una abrumadora catarata de desprestigio, que no salpicará demasiado al espectador que quiera bucear en aguas sin control de seguridad.
Si este último es su caso, pruebe y vea. Son alrededor de 13 historias, unos 18 guionistas, y aproximadamente 15 primeras estrellas de Hollywood las que participan en este banquete para gourmets del "humor loco" -como lo llaman los norteamericanos- que en este caso llega con un toque de negrura y escatología que juega permanentemente con aquello de pasarse de la raya, al estilo básicamente de Peter Farrelly, quien estuvo entre los más activos impulsores de este largometraje y acabó no solo dirigiendo sino produciéndolo, escollo tras escollo según parece.
Peter Farrelly es quien viene de dirigir la primera adaptación de la tira cómica televisiva Los tres chiflados a la pantalla grande, aunque antes ciertamente se hizo famoso por cintas como Tonto y retonto o Loco por Mary, en las que desafió varias veces y de diversas maneras los límites del supuesto pudor público.
Con Proyecto 43 logró poner en cartelera un proyecto que tenía más de 10 años paseándose por los hangares de Hollywood, y del cual se eyectaron precautoriamente unos cuantos participantes, como George Clooney, Colin Farrell o el director Jerry Zucker. A Richard Gere parece que ya le habían cerrado la puerta por dentro cuando intentó imitarlos.
En el staff quedaron, sin embargo, varios actores que se animaron a dirigir, algunos, y a reincidir, otros, como, Elizabeth Banks, Steve Carr, Brett Ratner, o Griffin Dune, en orden aleatorio, lo cual es una de las posibles causas de que tantas estrellas de primera plana hayan accedido a participar en esta comedia independiente de bajo costo (poco más de 10 millones de dólares) como hoy pululan tantas en la industria yanqui. Reunirlos fue un problema, está claro: tardaron más de dos años en terminar las filmaciones, con meses de parate entre semana y semana de trabajo. Y sin que eso haya redituado mucho hasta ahora: reprobación altamente mayoritaria de crítica y público posterior al estreno, casi nula cantidad de premios ganados a la fecha, y todavía una cifra menor de recaudación a la que dicen que gastaron en hacerla.