Profesor Lazhar

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

La educación prohibida

Basada en la obra de teatro "Bachir Lazhar" de Évelyne de la Chenelière el director canadiense Philippe Falardeau -con otros cuatro largometrajes en su trayectoria, pero desconocidos en nuestro país- logró posicionarse entre las cinco mejores películas en lengua extranjera para la edición de los Oscars del año pasado.

Con algo de retraso y después de posponer la fecha de estreno en reiteradas oportunidades, el público argentino finalmente podrá ver "Profesor Lazhar" un trabajo por demás interesante con el agregado de la posibilidad de acercarse a una filmografía como la canadiense, que excepto por algunos trabajos de Denys Arcand ("La decadencia del imperio americano" "Las invasiones bárbaras")Incendies" llega muy pero muy esporádicamente a nuestras pantallas.
o la brillante "

En pleno Montreal, Bachir Lazhar (Mohamed Fellag), profesor e inmigrante argelino, es contratado por un colegio para reemplazar a una de sus docentes, luego de que haya sucedido un hecho trágico dentro del aula.
Apenas con este puntapié inicial el guión ya tendrá el disparador necesario para poder abordar varios temas al mismo tiempo, los que va enhebrando sutilmente, en forma armónica y sobre todo, evitando todo tipo de aleccionamientos o de moralinas escolares.
La historia de "Profesor Lazhar" -con algunos puntos de contacto con "Entre los muros" y la próxima película de Ozon "Dans la maison" como con tantos otros relatos escolares de vínculos alumnos/docentes y docente/sistema - muestra básicamente la particular revinculación de este profesor con sus nuevos alumnos.
En plena crisis personal, Lazhar aborda a este curso, con sus alumnos ya acostumbrados a su maestra de grado lo que generará las obvias complicaciones en la adaptación a este nuevo maestro.

Y en ese nuevo vínculo habrá que sumar el hecho traumático acontecido previamente, más las diferencias culturales entre el profesor y su entorno como así también el estilo particular que impone la presencia de Lazhar, algo así como un docente de la vieja guardia, algo "chapado a la antigua". El protagonista deberá lidiar con su propio infierno personal ligado con un hecho de su pasado que aún no ha logrado superar y con esta dificultad propia de insertarse en el nuevo sistema escolar, con todas las limitaciones que rápidamente se le presentan.

Pero poco a poco, Lazhar va echando raíces y la historia comienza a apoyarse, además, en dos de sus alumnos con los que él establecerá un contacto diferente. Alice y Simón son los encargados de ir desenredando la historia de la clase, mientras que por su lado, Lazhar va desenredando su historia personal y sus propios fantasmas de su pasado vinculados con una dura historia familiar.

El trabajo de Mohamed Fellag encuentra el punto exacto para ir nutriendo de dulzura una historia tan llena de hostilidad encubierta y logra el tono apropiado para dar vida a este profesor algo estricto, pero de muy buen corazón. Quizás justamente por esa intención del director, de suavizar la dureza y la aspereza inicial del relato volcándolo al tono amable y sincero -hasta algo bonachón en algunos momentos- del Profesor Lazhar, el film va diluyendo una fuerte presentación inicial girando hacia un tono de comedia dramática, más amigable pero con el que pierde efectividad y tensión.

Obviamente el colegio no querrá hablar demasiado de todo lo que ha ido sucediendo en ese tiempo y Lazhar tiene sus ideas demasiado claras y se expone en un ambiente que no vibra en su misma sintonía.
Así como hace la dirección del colegio de esconder más de lo que se sabe, Falladeau deja marcas sin dar demasiadas puntualizaciones y en algún momento prefiere esconder algunos datos durante el relato que sólo develará si son necesarios, por lo que muchos de ellos los iremos construyendo desde nuestra mirada como espectadores.

No solamente el trabajo de Fellag logra cautivarnos en varios momentos sino que los trabajos de Sophie Nélisse y Émilien Néron como Alice y Simón respectivamente, son intensos y conmovedores en esa angustia de aquellos alumnos que se sienten culpables en algún punto de todo lo que está ocurriendo.

Un trabajo sólido y que acude a la reflexión, con una invitación a mirar más en profundidad las tramas dentro del ámbito escolar, poniendo énfasis en aquellas cosas que se esconden bajo la superficie de un sistema que prefiere no lidiar con los problemas ni del alumnado, ni de los profesores, ni de los padres.
Frente a esto, la imperiosa necesidad de este profesor de asumir el compromiso de llevar a sus alumnos hacia el único camino posible: el de la verdad.