Profesor Lazhar

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Al maestro con cariño

En una escuela de Canadá la jornada comienza cuando un niño descubre que su profesora se ha ahorcado en la misma aula donde les impartía clases.
Luego de la primera impresión que descoloca por igual a docentes, padres, y exclusivamente los niños, llega el reemplazo con el Sr. Lazhar, un argelino que acaba de pedir refugio político a las autoridades canadienses, con una historia detrás, pesada, trágica.
Todo lo que pergeña en el mundo de los adultos parecería ser que esta dirigido a proteger la inocencia de los niños, pero que en definitiva lo que se construye es un muro de silencio.
Es un clásico de la educación en general estipular teóricamente que la escuela enseña, pero la educación de los chicos, y o tan chicos, se cierne dentro de la familia. Hay una producción del año 2003 (“Lección de Honor”, de Michael Hoffman) en la que un profesor, muy querido por sus alumnos, discute con el padre de uno de ellos y éste termina diciéndole “usted enséñele lo que haya que enseñar, que de la educación me encargo yo”.
En “Al maestro con Cariño” (1967) el relato se centraba en la adaptación de los jóvenes en una sociedad discriminadora a ser “enseñados” por un profesor foráneo y negro,
En “Profesor Lazhar” dirigido por Phillipe Falardeau, quien también es el responsable de esta adaptación de una obra de teatro que se constituía como un monólogo, hay un poco de ambas.
La narración se establece como una fábula contra estos tiempos, supuestamente tan correctos políticamente, en los que a los profesores se les recrimina que intenten educar a nuestros hijos.
En cuanto a la historia en sí, es necesario vivenciar los pequeños detalles que nos articula el director, y ver como se forma el triángulo entre el profesor y los dos únicos niños que no sólo han contemplado el cuerpo de su profesora colgando, sino que ambos creen estar involucrados en las razones del hecho, y que el profesor puede interponerse en ese construido fantasioso de cada uno de ellos logrando romper los muros que les separan
Pero eso podría significar quedarse en lo anecdótico del texto. Plantea también la responsabilidad del mundo adulto, de cómo estipulamos el orden de la intimidación: “Haz lo que digo, no lo que hago”. En definitiva terminan imitando. No saber esto, no darse cuenta de esto, es lo que plantea en cierta forma el texto.
Pues que cambiamos la naturalidad de los niños en mutismos y desconfianzas, así como que podemos no evitamos las tragedias y sólo obtenemos forjarlas más grandes. Puesto que hemos aislado a los infantes, tratando de “protegerlos” dentro de una burbuja en la que se les puede enseñar pero no se los educa.
El claro síntoma del avestruz no da resultado, no puede darlo.
Por eso es que el nuevo docente no está de acuerdo y se enfrenta a las autoridades, al mismo tiempo que enseña sobre la vida más allá de que aquello que estipula la currícula escolar
Pero la película no se queda ahí, plantea otros temas casi tan importantes como los que se despliegan a partir de la historia central, tales como la integración e igualdad cultural, social y laboral de los individuos que pertenecen a otras latitudes, los conflictos que produce dicha unificación, compromiso de una humanidad que supuestamente ha evolucionado y que debería tener como parámetro la defensa de oportunidades en una escenario económico cada vez más complicado
La realización apunta a erigirse cerca de una desaparición inexplicable para los niños y de un duelo incapaz de tomar la forma de cualquier explicación, y desde ahí golpear para despertar en sigilo al público,
En cuanto a los rubros técnicos, todos son de buena factura acorde al clima que plantea el filme. De todos ellos sobresale el diseño de sonido y la música, especialmente dando cuenta de un intertexto, pero si bien es empática su lectura es muy sutil sin caer nunca en sentimentalismos baratos ni golpes bajos lacrimógenos.
En definitiva, muy bien dirigida, muy bien actuada, destacándose en el elenco Mohamed Fellag (Lazhar), y los niños Emilien Néron como Simon, y Sophie Nelise en el papel de Alice, ambos toda una revelación. A ésta última le juro que uno queda con ganas de adoptarla.