Profesor Lazhar

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

La temática del profesor correcto que viene en reemplazo a una escuela problemática y a fuerza de voluntad saca a la clase adelante ha sido tratada repetidas veces en el cine y con todas las variantes y resultados posibles, Al maestro con cariño (y su secuela directo a VHS), Mentes Peligrosas, La Sociedad de los Poetas Muertos, y Querido Maestro son solo una muestra de ello. Sin embargo, parece ser una temática inagotable, y viendo el estreno (tardío, compitió por el Oscar a Mejor película extranjera en 2011) de la canadiense Profesor Lazhar es una suerte para el espectador.
Es que el film de Phillippe Falardeau no es uno más del montón, y eso queda demostrado desde el principio. Asistimos a un colegio en Montreal, una maestra toma la trágica decisión de suicidarse y lo hace de la forma más terrible se ahorca para que su cadáver pueda ser apreciado por todos los niños de la escuela primaria. Ante este hecho tan terrible pronto le sigue la calma al film, o es un decir; llega un maestro sustituto, el argelino Bachir Lazhar (Mohamed Fellag) que tiene una difícil situación, enseñar a unos niños shockeados por la muerte de su maestra (que además era muy querida por los mismos), y hacerlo en un lugar donde los inmigrantes parecen no ser personas muy bienvenidas.
Lo primero que hay que decir, Profesor Lazhar es una película recomendada a todo pedagogo o estudiante en la materia; la historia no es otra cosa que las enseñanzas (mutuas) que se van viviendo en las clases, y los temas son muy variados. Por supuesto el tópico ineludible es la muerte (en algo que me hizo recordar a Madadayo), las pérdidas (con alguna revelación incluída), el cuestionamiento sobre si esos temas deben ser tratados con niños pequeños, las distintas creencias religiosas y la discriminación y el asedio por las mismas, y también la cuestión del exilio político que tan de cerca toca a nuestro país.
Falardeau, que también se encargó del guión, logra una puesta cuidada, prolija y delicada, aún cuando los temas se tornen ríspidos, o en donde otro cineasta hubiese apelado al impacto o al golpe bajo; el resultado es de una sensibilidad increíble, sin caer en sentimentalismo.
Trabajar con niños siempre puede ser complicado, y sin embargo aquí la marcación actoral es casi perfecta; los estudiantes se complementan muy bien con la lograda interpretación de Fellag.
Ahora es el momento de las advertencias, como se podrán imaginar, Profesor Lazhar no es un film para amantes del vértigo; es un film que se toma sus tiempos, en el cual los diálogos importan más que los hechos y hasta un gesto compone un diálogo; y sí, su duración de escasos 94 minutos no pasan a la ligera. El espectador va a salir de la sala con más preguntas que respuestas, si bien contiene una calidez inmensa no es un film cómodo y muchos de los cuestionamientos de los niños resuenan un tiempo después de abandonada la proyección.
Profesor Lazhar es un film pequeño, lleno de detalles y datos que pueden pasar inadvertidos, por eso requerirá de la mayor atención del espectador, hay sectores del argumento que no se explican de la manera tradicional, se darán a conocer muy sutilmente y ahí es donde debemos concentrarnos. Tal vez una segunda visión profundizadora sirva para comprender mejor todos los planteos.
El cine canadiense (hermano muy cercano del mejor estilo francés) ha dado acabadas muestra de que no se necesita de espectacularidad para hacer un gran film, una historia simple y directa como esta, con escasas locaciones y un grupo cerrado de actores puede causar la misma o más emoción que el mejor de los efectos dramáticos de una superproducción grandilocuente; tan solo se necesita contar una realidad, sin mayores efectos que ese, poder verse uno mismo en pantalla.