Princesita

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

La acción sucede en Chile y en estos tiempos. Tamara tiene 11 años y forma parte de una secta religiosa. Considerada como el hijo de "El bebé de Rosmary" o "Demian", alguien elegido para guiarlos en el nuevo mundo. Su destino está marcado: Tamara ha sido seleccionada como un ser superior y como madre de otro ser superior que deberá nacer de la unión de la niña con el líder de la secta, Miguel. Enviada a la escuela, pero a la vez criada en una suerte de sociedad libre, en contacto con la naturaleza, Tamara, casi mujer, conoce a un compañero del que se enamora. Y todo cambia.

UN CASO REAL 
La historia ocurrió en parte y fue en Chile, en una pequeña localidad de Temuco, donde fue descubierta una niña, miembro de una familia que trabajaba en la zona rural, alejada de todos y con una formación de secta, que sin embargo iba al colegio y trataba de mejorar en sus estudios. Con estos elementos y agregando la aparición de un compañero de estudios, una interesante y nueva directora chilena, Marialy Rivas ("Joven y alocada"), ayudada por el presupuesto que asigna el Festival de Sundance a los filmes que despiertan su interés, rodó esta historia.
"Princesita" tiene elementos de las fábulas y los cuentos de hadas de los hermanos Grimm, a la manera de "Blancanieves", el filme de Pablo Berger con Maribel Verdú; con elementos que lo acercan más al relato negro y sinuoso (a lo "Virgenes suicidas", de Sofía Coppola) que une facetas eróticas y una suerte de panteísmo naif exquisitamente ayudado por el tratamiento fotográfico que le da Sergio Armstrong.

La contraposición entre los mundos en que se mueve la joven protagonista está lograda a pesar de ciertas limitaciones en la parte interpretativa de Sara Caballero, y lograda también la atmósfera surreal en que se mueven las ensoñaciones de Tami, tironeada por dos mundos opuestos, atmósferas a veces rotas por intervenciones sonoras.
A pesar de cierta levedad en la mostración crítica de una sociedad machista y la delicadeza formal en la representación de la posibilidad de abuso, "Princesita" llama la atención por su tratamiento visual, así como su interés por el abordaje del concepto de secta en una sociedad organizada. A esto se suma la personalidad de una nueva directora latinoamericana poco convencional en la presentación de sus temas.