Princesita

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

Cuando una película empieza con “Habia una vez“, nada bueno puede resultar. Princesita no comienza así, lo hace con un “Cuentan que en las regiones australes nunca se había vivido un verano tan caluroso…” Un universo de la leyenda que intenta poner en funcionamiento, pero que ni siquiera la interesante animación inicial y esa voz over, pausada, extemporánea, de cuento bíblico va a salvarla. Ni a la introducción, ni a la película. Cierto exceso de literatura que seguirá con un tratamiento visual más cercano a la felicidad de la publicidad que, por supuesto, no tardará en pudrirse (algo que por otro lado el espectador espera). Siendo la felicidad la que se disuelve y no su estética publicitaria, parece radicar allí una falla central: una organización visual general que no acompaña la transformación psicológica o mental de toda la historia. Y una obviedad en el choque entre esa belleza y la terribilidad del abuso que, encima de todo, remarca y remarca la voz omnipresente, abundante y excesiva.

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Qué mejor que ubicar esas patologías en el espacio de una secta: la película de Marialy Rivas, directora de Joven y alocada, está basada en una historia real, y se ubica en una secta, lógicamente radicada en algún lugar paradisíaco de las montañas de Chile y lógicamente también es manejada por un seductor y manipulador personaje que tiene bajo su ala a un grupo de niños, niñas y adolescentes. Tal vez sea digna de mencionar la finlandesa Midosommar, un fenómeno de las películas de sectas bastante actual. Una de esas niñas es Tamara, de 12 años, en pleno momento de cambio hacia la pubertad será la elegida para engendrar un hijo del líder, padre, mentor o protector. La voz de la niña toma la posta de la narración y será la encargada de ir guiando al espectador en su recorrido interno desde la percepción del protector al espanto de la violencia que finalmente se desatará.

Princesita ya había tenido su estreno en 2018 en Buenos Aires, es una coproducción chileno-argentina-española y desde el jueves 11 de junio se puede ver por puentesdecine.com.ar. La película se involucra con un tema de por sí despreciable y de lo que el cine internacional tiene muchos ejemplos. La película se la puede aprecir desde esa intención, la de incorporar el tema del abuso infantil a un cine que no lo tiene. Sin embargo, tal como el tratamiento del femicidio, estos temas suelen relacionarse rápidamente con el trauma infantil, que deriva en la locura o la enfermedad del abusador y no en el acto delictivo con valor en sí.

Naturaleza, religiosidad, amorosidad libre, comunidad y felicidad en la secta de Miguel conforman un nudo que hemos visto muchas veces en la historia en el cine. No faltará el sacrificio ni la liberación, ni la sensación de que detrás de los fuera de focos, los sonidos perturbadores y los bellos planos del paisaje exterior le falta algo de lo interior que la pelicula no termina de poder captar.