Presencia siniestra

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

Nieve y soledad.

Un adolescente con problemas de conducta es enviado a una escuela internado cuando sus padres finalmente deciden que ya no pueden controlarlo, pero en el trayecto discute con el padre y el auto se estrella de frente contra un camión. El resultado es la muerte del hombre y el joven regresando a la casa en estado catatónico, requiriendo que su madre dedique devotamente sus días a satisfacer todas sus necesidades. A los pocos meses la situación comienza a volverse insoportable y ella comienza a ceder ante las sugerencias de su entorno de poner al hijo en una institución donde tenga cuidados médicos permanentes. Al principio la culpa no la deja tomar la decisión de volver a intentar deshacerse de él, pero la oportunidad de rearmar su vida adoptando a un niño mudo que tiene de paciente la ayuda a decidirse, hasta que el niño desaparece. Se asume que huyó al bosque nevado que rodea la casa y a los pocos días nadie salvo su terapeuta guarda esperanzas de encontrarlo con vida. O quizás sólo prefiere creer que sigue vivo porque siente su presencia rondando la casa y la alternativa es asumir que está perdiendo la cordura.

Ya hablamos de los trailers que arruinan la película, pero el de Presencia Siniestra es un ejemplo de todo lo contrario. No es que la venda como algo revolucionario del género, pero con una edición intencionada para despistar al público, intenta lograr lo que no puede el guión: hacernos dudar sobre lo que está pasando o lo que va a pasar. No hace falta haber visto muchas películas del género para verle los hilos bastante rápido a la historia de Presencia Siniestra, anticipándonos incluso a cada intento de sobresalto remarcado con un efecto sonoro a todo volumen: cada vez que un gato salta de atrás de un basurero o una sombra que cruza por el fondo, entre otros de sus toscos intentos de convencernos de que sucede algo diferente para sorprendernos con el final, que es el que seguramente adivinamos a la media hora de película.

Naomi Watts hace lo que puede con lo que le tocó y se carga al hombro casi toda la historia con pequeños aportes de Jacob Tremblay (con toda la presión del mundo desde su éxito en Room), mientras que a Charlie Heaton (Stranger Things) no le alcanza su natural cara de paciente psiquiátrico para sostener el papel que le toca, por más chato y absurdo que estuviera escrito. Presencia Siniestra no se decide a ser thriller, terror sobrenatural ni slasher pero intenta fallidamente pasar por todos ellos, fallando princilamente porque la trama de misterio que intenta contar se cae bajo su propio peso sin causar inquietud ni interés por la salud de los protagonistas, recurriendo a aburridos giros gastados y golpes de efecto que pretenden causar sobresalto pero que cualquiera que haya visto dos o tres películas de terror los ve llegar.

Conclusión:
Aburrida y previsible hasta volverse absurda, la única Presencia Siniestra es la de esta película en la cartelera.