Presagio

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

El cine argentino tiene sus propios exponentes en materia de thriller psicológico. El aura, de Fabián Bielinsky, sobresale como la obra maestra de los últimos años, pero fueron surgiendo más, como los films más autorales de Fabián Forte y como Presagio.

Camilo (Javier Solís), un escritor ascendente, vive torturado por la muerte de su esposa y del hijo de ambos a causa de un accidente automovilístico. Trata de superar el trauma creando una nueva novela, pero sigue siendo acosado por la culpa (siente que pudo haber impedido la tragedia) y por algo más extraño y peligroso: una figura masculina vestida de negro, que oculta su cabeza con un paraguas. Un individuo que parece tener incidencia en su obra y en su cabeza. ¿De dónde viene ese hombre? ¿Tiene relación con al deceso de su familia? ¿Estará perdiendo la cordura o la amenaza es real?

El director debutante Matías Salinas construye, desde lo estético y lo narrativo, un intrigante descenso a los infiernos. La atmosfera de misterio y paranoia es reforzada por secuencias oníricas, en la línea de la obra de Roman Polanski y David Lynch. También hay ecos de La mitad siniestra, novela de Stephen King llevada al cine por George A. Romero, y de El maquinista. Sin embargo, Salinas no cae en citas, como tampoco abusa de los simbolismos, y elige hacer su propio camino. Y además, a diferencia de gran parte del cine de género nacional, hace hincapié en los personajes. En este caso, Camilo y sus tormentos; la película está contada mayormente desde su punto de vista.

Sin perder de eje la narración, y sin ponerse pretenciosa, la película habla sobre cómo lidiar con la pérdida de seres queridos, y también indaga en los mecanismos de la actividad creativa, su origen y su conexión con las experiencias de vida, especialmente los traumas.

Javier Solís, en el rol del protagonista, debe cargar con el peso de la película, responsabilidad que cumpla de manera eficiente. Por su parte, Carlos Piñeiro interpreta al psicólogo de Camilo, quien irá atando cabos y tratando de que su paciente se autodestruya. Ambos actores comparten casi todas las escenas, y la química entre ambos ayuda a sostener el film.

Ver Presagio implica sumergirse en una pesadilla intimista, y también muestra las capacidades de un director a seguir de cerca.