Post Tenebras Lux

Crítica de Aníbal Perotti - Cinemarama

El imperio de los sentidos

La vitalidad poética de la primera escena de Post Tenebras Lux provoca una suerte de éxtasis cinéfilo difícil de olvidar. En un extenso campo donde se agrupan vacas, perros y caballos, una niña que apenas puede hablar nombra lo que ve o lo que piensa: vaca, agua, perro, mamá. El formato es cuadrado como el de las películas caseras en 8mm. Los colores son inusualmente vivos. La cámara se mueve a un metro del suelo, a la altura de la pequeña. Poco a poco la oscuridad se apodera del paisaje y no queda más que el sonido de los zuecos, los jadeos y el barro. Entonces la tormenta estalla, los relámpagos rasgan la noche y dibujan el rostro de la niña bajo un resplandor. La inmensidad del cielo, el clamor de los animales y el halo que envuelve la imagen contribuyen a crear un mundo tal como lo experimenta un niño. El clima místico, el encanto fantástico y la fotografía impresionista de esta extraordinaria secuencia invitan a dejarse llevar por el derrotero emocional de los protagonistas.

Juan y Natalia, una pareja rica y feliz, deja la ciudad para instalarse en el campo con sus dos hijos. Pero a Reygadas no le interesa una trama narrativa de felicidad familiar. La insatisfacción moderna corroe al héroe. La omnipresencia del bosque tropical, hostil y sublime a la vez, impone un ritmo contemplativo y una música sensorial equivalente a la formidable apertura. En la asombrosa segunda escena, una criatura diabólica e incandescente visita a los habitantes de la casa. Las secuencias se suceden sin cronología, explicación ni metáforas, con idas y vueltas entre pasado, presente y futuro, sin que podamos definir con certeza la disposición de cada segmento en la narración general.

Como si viéramos a través de un caleidoscopio, la imagen acentúa la profundidad en el centro del plano y recorta los bordes. Una forma singular y pertinente para una película que alterna episodios perfectamente claros con escenas que asoman de manera difusa sobre los contornos de la narración. Post Tenebras Lux no se ajusta a una coherencia o una lógica determinada. El hiperrealismo cotidiano de las escenas de familia centradas en la pareja y sus dos pequeños hijos conviven con otras que están abiertas a nuestra interpretación: una comida en un futuro posible, una orgía en francés o un partido de rugby en inglés. La película asume la distorsión, lo real tiende a desbordarse en un ensueño abstracto sin perder la tensión dramática y social. Reygadas no le teme al exceso, la luz estalla por todas partes y perfora las inquietantes tinieblas. Post Tenebras Lux es una película exquisita y desmedida que permanece en la memoria mucho tiempo después de la proyección como un relámpago súbito cuya intensidad perdura luego de que la imagen desaparece.