Posesión infernal

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Volver a la carga con los éxitos de los ochenta significa muchas veces un riesgo para los productores. En esta ocasión, Sam Raimi, el director que asombró en los comienzos de su carrera con Diabólico (Evil Dead) y luego con la saga de El hombre araña, se convierte en el productor de la nueva versión comandada ahora por el uruguayo Fede Alvarez.

En épocas de remakes, el film llega a nuestro país como Posesión infernal y agita un género que parecía dormido con esta potente y creativa visión del horror. Con buenos recursos y sin importarle el despilfarro de tripas y excesos, el film evidencia menos humor que el original pero se transforma en una aterradora pesadilla para los protagonistas y para el público más desprevenido.

Después del corto Ataque de panico, donde extrañas máquinas amenazaban a la ciudad de Montevideo, Fede Alvarez demuestra que las puestas en escena elaboradas y las historias con pocos personajes son lo suyo. Posesión Infernal muestra a cinco jóvenes, entre ellos dos hermanos (Jane Levy y Shiloh Fernández, el de La chica de la capa roja) que comparten un pasado oscuro, que emprenden una travesía a una remota cabaña en el bosque para que ella abandone su adicción a las drogas. Sin embargo, cuando uno de los muchachos encuentra "El Libro de los Muertos" abre la puerta al mismísimo infierno.

Como en El enigma del otro mundo, uno a uno serán poseídos por un demonio escondido que no perderá la oportunidad para sembrar el horror. Con algunos cambios con respecto al film original, pero manteniendo la cámara subjetiva -y acelerada- que recorre el bosque, la película asusta, inquieta y se gana un muy buen lugar dentro del terror gore.

Entre un sótano donde ocurrieron extraños rituales, un prólogo con una vuelta de tuerca sorpresiva, cuchillos de todo tamaño y una motosierra, el relato hace gala además de su "falso final" para luego volver a la carga. No apta para almas y estómagos sensibles.