Pornomelancolía

Crítica de Gustavo Castagna - A Sala Llena

EL PRIMER TRABAJADOR

Un tipo llorando a solas, desconsolado y en plena calle. Se pasa cerca de él, el ruido del tránsito cobra protagonismo pero nadie se detiene ni plantea porqué un señor de bigotes profusos moquea de lo lindo. Él es Lalo Santos, sexyinfluencer mexicano, con miles de seguidores en Twiter y esta primera escena refiere a Pornomelancolía de Manuel Abramovich (Años luz; Soldado; Solar; el corto La reina con Érica Rivas).

Cruce de documental y ficción en imágenes (prometo no escribir “docuficción”, esa fea palabra), se desmenuzan las actividades de Santos, su adicción a las redes sociales, su manía por mirar el celular con suma recurrencia, las idas y vueltas de su profesión hedonista, de su obsesión por el cuerpo, sus constantes análisis médicos para controlar la hipótesis del Sida, En efecto, Santos es un influencer y un actor porno gay, un trabajador más que pretende alejarse de las labores convencionales, un hombre siempre atento a las redes sociales, una persona que construye un personaje para la mirada del otro, se trate desde de una computadora, un teléfono celular o una serie que alude a la Revolución Mexicana.

Ja, Mirá vos qué novedad. Santos y otros actores porno gay trabajan en un producto donde Pancho Villa y Emiliano Zapata dále que dále entre ambos y nada de revolución a los tiros (aunque sí, claro, hay de otra índole), en una zona narrativa donde Pornomelancolía navega con felicidad, con la cámara y la luz de Abramovich mostrando la labor de los actores al detalle, ocultando poco y nada. Sí, es metaficción o como quiera denominarse, es una ficción pero también un documental sobre un grupo de intérpretes musculosos encabezados por Santos ganándose el pan cotidiano. Pero no solo Abramovich exhibe con elocuencia el rodaje de algunas escenas (donde el director del producto no existe desde el punto de vista visual o está fuera de campo) sino que también se registran los descansos entre escena y escena, las charlas de los intérpretes, el recuerdo a través de una anécdota. En este segmento narrativo, el más amplio de Pornomelancolía, la película ostenta su propia “boggie night” rememorando al film de Paul Thomas Anderson pero sin festicholas, piletas de natación y kilos de merca. En la vida de Santos y de los otros todo es laboral, es cobrar la plata al final de la jornada y listo, irse y volcar la experiencia a las redes sociales.
La vida de este pornostar mexicano refleja el día a día de un trabajador sexual, la fusión entre aquello público y también privado, la soledad del protagonista, la manía del éxito, la necesidad de ser reconocido y alabado (es decir, observado), la construcción hedonista a full que podrá ser tal y tendrá su repercusión pero que en determinado momento explotará en lágrimas o nos mirará fijamente tal como se visualiza en la última y enigmática toma de Pornomelancolía.