Por un puñado de pelos

Crítica de Gregorio Alabares - CineFreaks

Una comedia que viene al pelo

La coproducción argentino-colombiana, amén de la inusual combinatoria de países, ofrece más de una sorpresa. Primero, el género: una comedia urbana que se traslada, al mejor estilo road movie, al interior de una provincia argentina donde aún prevalecen códigos ancestrales.

La anécdota: Tuti Turman (nombre del personaje de Nicolás Vázquez) parece tenerlo todo. Es un tipo treintañero, exitoso ejecutivo, maneja un auto caro, vive en un departamento amplio (demasiado amplio, tal vez, para un soltero), pero su única compañía es la playstation. Forzado por las circunstancias, Tuti es un consumado onanista: no hay chicas en sus fines de semana, no tiene amigos con quienes compartir su libertad de flaco sin ataduras matrimoniales, y ni siquiera Héctor (Daniel Ferreyra), el portero del edificio, se prende en un game a deux en la play. Tuti sufre una temprana alopecia (excelente trabajo del equipo de maquillaje y caracterización, dado que Vázquez, en la vida real, posee una abundante cabellera ondulada), y atribuye a este problema capilar todos sus fracasos sentimentales y de vida social.

Al comienzo de un fin de semana largo (de esos en los que la ciudad queda vacía) al muchacho le queda una sola posibilidad: un solitario game en la play; un delivery de pizza. Cualquier otra alternativa le vendría bien. Héctor (el portero), hombre de raíces indígenas proveniente del interior, se suma a la manada que huye de la ciudad, pero sus motivos no son turísticos: es el cumpleaños de su centenaria abuela, y no puede perderse el festejo. Sin nada mejor que hacer, Tuti se lanza a la ruta junto con su nuevo camarada de aventuras.

Vista así, Por un puñado de pelos es un tradicional bromance, convencional y predecible, pero también muy divertido. En el alejado villorrio al cual ambos se dirigen todos lucen lustrosas y abundantes cabelleras, aparentemente producto de una fuente cuyas mágicas aguas devuelven el vigor capilar e incluso recuperan la pelambre perdida.

Sin llegar al status de brillante comedia de aventuras y buddy movie, Por un puñado de pelos, gracias al guión despojado y sin ambiciones de Damián Dreizik, se convierte en un divertimento aceptable, con las limitaciones del caso, por supuesto.

Las actuaciones mantienen un nivel uniforme y sin pretensiones, de acuerdo con las simples líneas trazadas por el guión, y se destacan Norma Argentina y el músico uruguayo Rubén Rada como antagónicos personajes tribales, uno a favor y otro en contra de la explotación de la milagrosa fuente de renovación y recuperación capilar. Nicolás Vázquez, muy conocido por su carrera televisiva, no hace ostentación (no puede, por las características del personaje) de su pinta de galán de telenovela. Lo cierto es que su trabajo, en esta película, es realmente bueno a pesar de las falencias pilosas de su personaje. Lo mismo puede decirse de su compañero de ruta, Daniel Ferreyra.

El contraste y las diferencias entre ambos pueden sonar remañidos, pero lo cierto es que la química funciona. Otro punto a favor de Por un puñado de pelos: la peli no pontifica ni se sumerge en explicaciones vanas, y esto hace que la trama se deslice con fluidez, como sumergida en las mágicas aguas de la fuente de las promesas capilares cumplidas.