Por un puñado de pelos

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Universo Montalbano

Responsable del absurdo televisivo con programas como De la cabeza, Cha cha cha y Todo por 2 pesos, Néstor Montalbano desembarcó en cine junto a Diego Capusotto con Soy tu aventura (2003) y Pájaros Volando (2010) –éxito de público-, mientras que con Horacio Fontova realizó El regreso de Peter Cascada en 2006.

Su última película Por un puñado de pelos (2013), continúa el tono delirante desde el título, al parodiar el clásico de Sergio Leone (recordemos que la película iba a llamarse “Agüita milagrosa”), tanto como al western en cuanto género en sí mismo. A su vez acentúa una visión particular acerca de los pueblos del interior del país (algo muy transitado en todas sus películas) en donde los códigos son otros y las leyendas del lugar tienen tanto valor como la ley en sí misma.

Filmada en la provincia de San Luis y protagonizada por Nicolás Vázquez, la película narra la historia de un joven millonario con problemas capilares (y de autoestima) que recurre a una cascada con poderes mágicos para la crecida del cabello. El milagro natural está ubicado en un pueblo del interior comandado por el alcalde Nemesio (Carlos Valderrama o “El Pibe Valderrama", si, el famoso ex jugador de fútbol colombiano) que se verá afectado por la explotación que el citadino empresario quiere hacer del lugar y la llegada del cantante mexicano Luis Miguel (personificado por su doble argentino Andrés Rey) preocupado por una incipiente calvicie.

Néstor Montalbano sigue incorporando elementos de la cultura popular –y de masas- a sus producciones, con una interesante mezcla de delirio sin sentido y critica aguda a ciertos valores en decadencia de la sociedad (la transformación de un personaje popular en mito sagrado por ejemplo) y por sobre todo, al capitalismo. Cuestión evidente en la incorporación en el relato de los estrambóticos personajes de Rubén Rada y Norma Argentina, así como el ex participante de Talento Argentino Daniel Ferreyra, entre otros.

Por un puñado de pelos no deja de ser una verdadera rareza dentro de la cinematografía argentina, “inclasificable” (según la denominación de su hacedor) dentro de los cánones que rigen la tendencia local, pero no por eso debe ser considerado un film menor, sino distinto. Como todo el cine de Montalbano.