Por un puñado de pelos

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Tónica bizarra

En una nueva apuesta al absurdo y la desfachatez argumental, Néstor Montalbano ofrece Por un puñado de pelos, después de aquellas delirantes y muy divertidas Soy tu aventura y Pájaros volando. Parece que aquí el cineasta (también autor de un estupendo y poco valorado thriller, Cómplices) quiso darle una pequeña vuelta de tuerca a su estilo, incluyendo en el cóctel algo del costumbrismo argentino de remanidos films de los años ’70 y ’80 y alusiones al spaghetti-western a través del paisaje, la música y algún duelo a pistola.

Pero esta historia de un joven con calvicie incipiente que descubre un salto de agua milagroso con el que proyecta un negocio millonario, poco tiene que ver con el aliento épico y de venganza característico del género. Quizás el problema más ostensible de Por un puñado… sea su dificultad para producir gracia, falencia fundamental para una comedia presuntamente burlona y paródica. La película también incluye ingredientes emotivos y de superación personal que poco se integran a su tónica bizarra global. Nicolás Vázquez aporta una gran energía en su caracterización de ese porteño consumista y de pocas luces que puede llegar a redimirse, pero la inexperiencia de otros intérpretes queda en mayor evidencia ante las inconsistencias del guión y la dirección.