Por siempre amigos

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

DAÑOS COLATERALES

Que los chicos son más sabios que los adultos es un lugar común sobre el que no vale la pena detenerse demasiado. Pero quizás habría que admitir que para algunas cosas tienen un mejor instinto o se manejan con más naturalidad, tal vez porque están menos contaminados por cuestiones a que a sus mayores les resultan inevitables. Los dos niños protagonistas del film son Jake y Tony. Jake tiene 13 años y se muda a Brooklyn con su padre Brian, un working actor con una carrera que no levanta demasiado, y su madre Kathy, una terapeuta cuyo trabajo estable la convierte en sostén económico del hogar. Es a raíz de la muerte del padre de Brian que la familia se muda a la que fuera la casa del finado, la cual incluye en su planta baja un local que este alquilaba a Leonor, una costurera chilena, que vive con su hijo Tony, de la misma edad que Jake.

Apenas se conocen Jake y Tony, dos chicos con cierta sensibilidad (el primero dibuja, el otro quiere ser actor) se hacen amigos con la misma rapidez con la que sus respectivos padres destruyen cualquier posibilidad de relación amistosa o siquiera cordial entre ambas familias. El motivo del enfrentamiento es algo en apariencia menor y poco trascendente como el precio del alquiler del local y sin embargo el conflicto escala a dimensiones inmanejables. Brian tiene una hermana y el arreglo entre ambos es repartirse las ganancias del local. El precio accesible que el padre de ambos le cobraba a Leonor, debido a su amistad y su deseo de que se quede, no está en consonancia con las aspiraciones de los hermanos ni de la nueva realidad del barrio, cuyo nuevo status de paraíso hipster eleva el valor de las propiedades y el precio del alquiler a un nivel que la pequeña mercería no puede pagar.

En medio de esa disputa los chicos tratan de conservar su amistad y de no ser alcanzados como daños colaterales por las esquirlas de la pelea. Algo que no va a ser nada fácil. El titulo original Little Men no hace referencia a los hombrecitos de Louisa May Alcott, sino más bien al hecho de que ambos van a tener que crecer un poco a la fuerza y convertirse en “pequeños hombres” en un conflicto que sus padres no son capaces de resolver, y ni siquiera de poner un freno a la escalada de hostilidades.

Ira Sachs, director y co-guionista, evita el maniqueísmo y trata de comprender y no juzgar a sus personajes. Así muestra que es cierto que cada parte tiene sus falencias. Brian, a pesar de ser actor no parece muy capaz de ponerse en el lugar del otro y Leonor responde con una serie de comentarios hirientes acerca de la difícil relación de Brian con su padre que dinamitan cualquier posibilidad de dialogo. Pero también muestra que ambas partes tienen sus razones. Brian, además de necesitar el dinero, tiene que responder ante su hermana, y es evidente que para Leonor es imposible pagar la suma que ahora se le pide, enfrentando la posibilidad de tener que abandonar el local. Los chicos, en esa coyuntura, es poco lo que pueden hacer, a pesar que demuestran mejores formas de comunicación.

Por siempre amigos, es una película que, a pequeña escala, con personajes comunes, situaciones cotidianas y conflictos aparentemente menores pero de consecuencias serias para sus protagonistas, lidia con temas universales: la amistad, el crecimiento, las complejas relaciones entre padres e hijos, la frustración y la dificultad de adaptarse a los cambios tanto personales como sociales. Se podría decir que es una película pequeña, pero en todo caso lo es tanto como sus pequeños hombres.

POR SIEMPRE AMIGOS
Little Men. Estados Unidos. 2016.
Dirección: Ira Sachs. Intérpretes: Theo Taplitz, Michael Barbieri, Greg Kinnear, Jennifer Ehle, Paulina García y Alfred Molina. Guión. Ira Sachs, Mauricio Zacharias. Fotografía: Óscar Durán. Edición: Mollie Goldstein, Affonso Gonçalves. Música: Dickon Hinchliffe. Duración: 85 minutos.