Por la vida!

Crítica de Fernando López - La Nación

Recuperar el gusto de la vida

El título -el brindis "por la vida" común entre los judíos- define claramente el contenido de esta emotiva historia. A sus protagonistas -una mujer que carga viejas heridas del pasado y un muchacho tres o cuatro décadas más joven que ella y amenazado por el futuro- los asocia la necesidad de recuperar el gusto de la vida. Los ha unido la casualidad de esa manera bastante caprichosa que suele regir los movimientos del azar en las historias de ficción.

Ella, que logró sobrevivir al Holocausto y a sus brutales golpes, pero no impedir que sus derivaciones la persiguieran y truncaran la breve felicidad que le concedió la vida, está sola y forzada a abandonar su vivienda; él, cuyo parecido con un joven de otro tiempo que jugó un papel fundamental en la historia de la dama es tan asombroso como sólo puede serlo en una película (tanto como para que los dos papeles sean desempeñados por el mismo actor); su vida parecería más apacible, pero tiene sus secretas razones para huir: de éstas sólo se sabrá más cerca del desenlace, cuando también quede expuesta la desproporción entre la atención que se concede a uno y otro personaje.

La narración es generosa en flashbacks porque así lo exige el sufrido papel de la heroína, que abarca desde los tiempos de la infancia, durante el nazismo, hasta lo actual y en especial, los años setenta, cuando ya era una consagrada cantante de cabaret y vivió su historia de amor. El relato va y viene entre la actualidad y esas otras etapas, antes de que con la forzosa mudanza del comienzo entre en escena el muchacho en cuestión.

No hay excusas ni posibilidad de un encuentro amoroso, pero sí un vínculo hecho de sincero afecto y mutua comprensión. Y es en el desarrollo de la relación entre ellos dos donde el film crece en interés, en especial por el carisma y la palpitante humanidad que Hannelore Elsner y Max Riemelt vuelcan en sus personajes, y por la química que se percibe entre ellos. Si el film conmueve en más de una oportunidad es gracias a la verdad que ellos imponen a sus personajes, incluso más allá de los altibajos de un guión que no siempre esquiva lo previsible ni lo convencional.