Por la ventana

Crítica de Catalina García Rojas - Visión del cine

En su primer largometraje, Por la ventana, la directora brasileña Caroline Leone, emprende un viaje entre Brasil y Argentina, retratando desde un argumento muy simple la emocionalidad de los seres humanos.
Rosalía (Magali Biff) tiene 65 años y vive en Sao Paulo junto a su hermano José (Cacá Amaral). Hace más de treinta años que pasa la mayor parte de sus días trabajando como gerente de producción en una fábrica de reactores eléctricos. Es la primera en entrar y la última en salir. A pesar de llevar un trabajo exhaustivo, en su casa continúa con su labor y adopta el rol de ama de casa haciéndose cargo de todas las tareas domésticas.

Sus acciones son el reflejo de una vida sumergida en la rutina, siempre en silencio y sin quejas. Como si su existencia fuera sólo eso: trabajar, comer y dormir. Sin previo aviso, toda su realidad cambia. Dentro de la fábrica ocurre una fusión y sus servicios ya no son requeridos.

Al enterarse de esto su mundo colapsa y se sumerge en una profunda depresión. Su hermano, preocupado, intenta animarla y la lleva con él a un viaje de trabajo a Buenos Aires. Los 2200 kilómetros de carretera ayudan a Rosalía a separarse de su antigua vida y a cambiar su forma de ver el mundo.

Por la ventana, es una historia simple, pero que al mismo tiempo muestra la complejidad de los seres humanos. Principalmente de los que transitan la tercera edad, donde los días son rutinarios y, con el paso del tiempo, es difícil adaptarse a los cambios.

Los personajes son el claro ejemplo de cómo la realidad desgasta la forma de percibir la vida y cómo uno se rinde a lo cotidiano, acercándose poco a poco a la muerte. Lo que logra Leone es darle significado a los pequeños detalles y documentar, a través de su cámara, una nueva forma de estructura narrativa poniendo el foco en la mirada de Rosalía, sin diálogos innecesarios.

La película nos muestra lo bien que hace abandonar los lugares comunes y disfrutar de las pequeñas cosas.