Por gracia de Dios

Crítica de Francisco Nieto - CineFreaks

Con la Iglesia hemos topado.

El tema de esta película es bastante duro partiendo de la base que ataca a una institución tan importante y poderosa como es la Iglesia. Ese tema es la pedofilia, o más bien, la pedocriminalidad, que se desvincula por completo de la homosexualidad desde el inicio del film: no hablamos de una orientación sexual, sino de una perversión sexual.

No es de extrañar, que Por gracia de Dios fuera difícil de llevar a cabo y tuviera que hacer frente a presiones políticas y religiosas. Obviamente intentó ser prohibida y “gracias a dios” que lo fue, pues no pudo haber mejor publicidad para el éxito de la cinta. El equipo de producción, aunque admite haber desarrollado la película sin secretismos, tuvo que ser muy cauteloso a la hora de plantear los rodajes. Las escenas en iglesias, se rodaron fuera de Francia, mayoritariamente en Bélgica. Así mismo, tuvieron que ocultar el título. Y es que “gracias a dios” fue una expresión muy sonada en Francia, ya que es la que utilizó el cardenal Barbarin en una rueda de prensa para afirmar que por suerte los crímenes de pedofilia del padre Preynat habían prescrito.

La película comienza con la historia de Alexandre Guérin, y es un gran acierto porque la hace arrancar desde una familia católica practicante. Esta primera historia, que servirá de hilo argumental para toda la película, ya nos sitúa bastante bien en el planteamiento de Ozon. Como él mismo asegura en la rueda de prensa “no quería hacer una película política, sino plantear preguntas”. Y cualquier persona con un poco de corazón, se hará muchas de ellas tras el visionado del film. “No es en contra de la Iglesia, sino por la Iglesia”, sentencia un personaje.

En esta primera historia los hijos de la familia tienen bastante peso. Nos recuerdan continuamente que no es un tema del pasado, y que la lucha tiene que enfocarse al futuro. La segunda historia, se nos cuenta desde el ateísmo y nos aporta un tono más reivindicativo y los pocos puntos cómicos que un tema como éste se puede permitir. Por último, aunque el tercer protagonista llega muy tarde, lo hace con muchísima fuerza. El personaje con más secuelas físicas y psicológicas de los tres.

Estos tres puntos de vista tan diferentes colman la trama de una gran riqueza de perspectivas. En palabras de su director “se unen por un combate común, pero son muy diferentes. Y esas diferencias hacen posible la asociación”.

Los tres actores hacen un trabajo excepcional. Los flashbacks nos enseñan que los tres protagonistas un día fueron tan solo tres niños inocentes. Pero Ozon huye del morbo y las escenas innecesarias, y así no busca recrear los crímenes del padre Preynat. “Era imposible plantear escenas sexuales, el espectador es capaz de imaginarlas”, afirma el director.

François Ozon plantea una de sus películas más comedidas técnicamente hablando, y decide intervenir lo mínimo posible. Pero es una decisión consciente. El director adapta la fotografía a la historia. Y en esta historia, la protagonista es la palabra.

Pero si Por gracia de Dios “peca” de algo, es posiblemente ese exceso del uso de la palabra. Son muchas las secuencias en las que los personajes caminan sin ton ni son de un lado para otro, mientras escuchamos en voz en off el contenido de innumerables cartas.

La película nos brinda un par de escenas en las que guión, dirección e interpretación consiguen una intensidad dramática de manera magistral. Esa tensa comida familiar de los Debord o los diferentes encuentros con el padre Preynat podrían estar entre estas escenas. Pero sin lugar a dudas el rezo del padrenuestro mano con mano, es la escena más desgarradora de toda la película.

Por gracia de Dios es una película arriesgada, pero desarrollada con mucho tino y delicadeza. Una película que alguien con una trayectoria como François Ozon se puede permitir y resolver con tanto acierto. “¿Crees en Dios?”, le devuelven la pregunta al director. “Aunque tuve una educación católica, perdí la fe muy pronto cuando vi la hipocresía que planteaban algunos textos religiosos. Pero odio volar, y cada vez que subo a un avión, rezo” bromea Ozon.