Por gracia de Dios

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

La estremecedora y más oscura imagen de la naturaleza humana

“Por gracia de Dios” es el último filme de François Ozon y como es habitual en él sorprende al público con un relato diferente. En esta oportunidad se instala en la segunda ciudad de importancia en Francia, Lyon, para contar los sórdidos manejos de la iglesia local, encarnados en la figura del cardenal Barbarin (François Marthouret), para tapar los abusos de Bernard Preynat (Bernard Verley), un sacerdote que durante 20 años abusó a más de 70 boy scouts que iban a los campamentos de verano, organizados por la diócesis local.

“Por gracia de Dios” no sólo descubre una nueva faceta sobre la personalidad de Ozon, sino su mirada política sobre la realidad. En una entrevista en el “El País Semanal”, el director sostiene “Sí, es cierto. Nunca había hecho una película sobre un tema de actualidad. Hasta ahora, había preferido inspirarme en novelas o en mi imaginación. Tampoco fue premeditado: mi idea fue hacer un filme sobre la fragilidad masculina. Navegando por Internet, di con los testimonios de varios hombres de la asociación Palabra Liberada, que congrega a las ¬víctimas de esos abusos sexuales. Me conmovieron. Al descubrir sus relatos, entendí que no necesitaba transformar nada. Todo estaba ahí y la realidad era la mejor guionista”.

La primera parte del filme transita por la vía de un único protagonista François Debord (excelente Denis Ménochet), que al descubrir que el sacerdote Bernard Preynat había regresado a Lyon, y trabajaba nuevamente con niños, decidió movilizar la opinión pública en su contra.

El mejor medio para estos menesteres son las redes sociales y desde allí François se conectó con otros personajes, que se fueron acoplando a su historia: el discreto cirujano Gilles (Éric Caravaca), quien actuará como una especie de mediador. Emmanuel (Swann Arlaud), el más frágil, un desempleado crónico, el más abusado en la serie de Preynat y qué, a diferencia de sus compañeros, nunca logró superar el trauma para construir su vida de adulto, sin caer en un ataque de epilepsia ante la presencia de situaciones límites como enfrentarse a declarar ante la justicia, o leer un titular en un periódico sobre Preynat. Con Emmanuel, Ozon, retoma de soslayo una problemática masculina, casi no mencionada por los hombres: la enfermedad del Peyronie de causas desconocidas, y que el estrés acentúa.

“Por Gracia de Dios” es un filme sobre la fragilidad masculina que se visualiza a través de la asociación Palabra Liberada, que congrega a las víctimas de esos abusos sexuales. También sobre la necesidad de enfrentar los miedos al tener para atreverse a luchar como si fuera una guerra santa contra un institución como la Iglesia Católica, cuya estructura ha prevalecido a los largo de dos milenios. No sólo el filme trata sobre el tema de la fe sino sobre la relación del hombre con la religión y los dogmas. Los relatos de este grupo se interconectan con flashbacks sobre su infancia.

Lo que en un comienzo hubiera parecido un obra de docu-ficción se transforma en coral, bajo el común denominador de denuncia a los pedófilos. Con algunos guiños al filme ganador del Oscar “Spotlight” (“En primera plana”, 2015), cuando se ve en la dependencia del inspector de policía, que se ocupa del caso, el afiche del filme oscarizado por Hollywood, sobre los sacerdotes pedófilos de Boston y como un modo de sugerir que los medios de comunicación y el cine hacen posible la visualización de dichas atrocidades.

“Por Gracia de Dios” recuerda que en su nombre se han hecho, y hacen, muchas atrocidades, bajo la gracia de Dios (que posee un gran manto para cubrir a los pecadores) se amparan los acólitos para sus prácticas y arbitrariedades abusivas. Ozon con su filme está interesado en hacer preguntas, para que el público cuestione y las responda. Tal vez por eso finaliza su filme con una frase lapidaria: ¿Aún cree en Dios?