Por fin ¡solos!

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Marilou y Philippe forman un matrimonio de mediana edad que acaba de jubilarse de sus respectivos y -según ellos- monótonos trabajos y desean poder realizar un sueño que acarician desde hace mucho tiempo: vivir el resto de sus días bajo el sol de Portugal. Esta idea va tomando día a día más cuerpo aunque una serie de alocadas circunstancias aplazan una y otra vez ese fervoroso deseo. Una hija con problemas matrimoniales, un par de pequeños y traviesos nietos, un hijo músico que llega desde el extranjero hasta la casa del matrimonio con una imprevista revelación y la anciana madre de Philippe, quien siempre amenaza con jugar con su salud, son algunos inconvenientes que los probables viajeros deberán soportar muy estoicamente. Así, entre cotidianas y divertidas desventuras, la pareja tratará de solucionar todos los inconvenientes que se les cruzan en el camino, ya que Portugal, según ellos, los espera con los brazos abiertos.

El director Fabrice Bracq logró con todo este caudal de elementos realizar una comedia que, muy al estilo francés, une las desventuras de su pareja protagónica con acertados toques de humor, lo que convierten al film en una divertida serie de equívocos de los que no faltan cierta calidez y un inesperado final. Michéle Laroque y Thierry Lhermitte supieron sacar buen partido de su retrato de ese matrimonio que sueña con huir de su larga rutina.