Poner al rock de moda

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

A fuerza de cantidad, el rockumental se convirtió en un género aparte dentro del documental. Género que cuenta con estilos, realizadores, y hasta festivales propios.
Mucho se puede innovar dentro de un rockumental, escaparle al clásico seguimiento de la banda, o el detrás de escena de un show o grabación, buscando un atractivo que supere el de ver a los propios ídolos en la pantalla. Ejemplo local y cabal de esto es la simpatiquísima y muy lograda Kapanga Todoterreno de la gente de Farsa Producciones Pablo Parés, Paulo Soria y Hernán Sáez.
Con Poner al rock de moda, presentada en la decimoséptima muestra del BAFICI, el novel Santiago Charriere lanza los apuntes para que su documental sea más que el seguimiento de una banda. Se nota esa intención superadora, que a la luz de los resultados, no fue del todo alcanzada.
Banda de Turistas es un grupo de pop/rock capitalino formado en 2006, nacido de la unión de dos bandas. Su ritmo mezcla lo electrónico con el pop sucio ligado al rock suave.
Cuatro discos en su haber, la banda liderada por Bruno Albano tuvo cierta notoriedad casi instantánea dentro del mundillo de críticos musicales y discográficas alternativas que buscan siempre sonidos nuevos que suenen a la corriente.
Giras, varios premios en su haber, y un hit, Química, una de esas canciones de las que los oyentes no podemos escapar durante una temporada. Pegadiza, repetitiva, febril; Química sonó y sonó por todos lados; pero los chicos sienten que si bien la canción se hizo conocida no así la banda (quizás porque su estilo suene muy similar a otras).
De eso habla, o intenta hablar, Poner al rock de moda, con un montaje que mezcla diferentes orígenes, videos digitales, grabaciones en Super 8, testimonios, backstages, imágenes de una psicodelia sesentista, y hasta alguna ficcionalización; todo arma un entramado para conocer qué se esconde detrás de un grupo que “sólo quiere hacer música”.
Hablamos de ficcionalización, hay unos pequeños cuadros en los que Luis Luque compone a un agente de discográfica que presiona a estos chicos para sacar un nuevo disco, salir de gira, y lo más importante, crear un hit.
Esos momentos entrelazan lo que trata de ser una historia que une varias anécdotas, algunas más entradoras que otras, alguna risueña, todas de interés casi exclusivo para los seguidores.
Los muchachos relatan momentos, y esos momentos se ven en imágenes. Hablan de sí mismos en tercera persona y se sienten como los rockstar que discutiblemente sean.
Sin arrojar ningún tipo de consideración sobre la banda, Poner al rock de moda se siente como un trabajo que hubiese quedado más firme en sus intenciones si se tratara de una banda de mayor trayectoria o conocimiento popular realmente masivo.
Los chicos expresan líneas sobre el peso de la fama, la insistencia de los productores que no deja respirar al artista, y los cambios de antes y después. Todo eso, a la luz de lo que vemos cuando se los ve ensayando, y en su cotidianeidad, queda, por lo menos, algo grande.
Queda la música, la voz de estos muchachos, y un recorrido histórico. Poner al rock de moda será muy disfrutado por los seguidores de la banda, quienes podrán enterarse de los pareceres de sus miembros sobre diferentes temas, todos más o menos girados hacia lo mismo, la vida de un artista de rock. Quizás por eso, la sensación que queda para el espectador ajeno es que este trabajo sería un perfecto acompañante para el próximo trabajo discográfico de los amigos.
En sus ya más de diez temporadas, el ingenio de Diego Capusotto en su Peter Capusotto y sus videos, ha sabido retratar con diferentes sketcks la idiosincrasia de los músicos que consideran sus vidas de rockeros como hechos particulares. El trabajo de Charriere se ve como el largo de uno de esos sketchs pero en versión (un poco) más seria, o menos conscientemente paródica. Como diría uno de esos clásicos personajes, Yo sólo hago pop, pop para divertirse.