Polvo de estrellas

Crítica de Martina Putruele - ARG Noticias

Hollywood al desnudo

El vacío de la superficialidad y la banalidad de una vida sin significado se mezclan en un torbellino de crueldad y desesperación en Polvo de Estrellas, la nueva realización del cineasta canadiense David Cronenberg, director de algunas las grandes películas de los últimos tiempos, como Una Historia Violenta y Promesas del Este.

Stafford Weiss (John Cusack) es un terapeuta que escribe best-sellers de autoayuda, y es la cabeza de una típica familia hollywoodense. Su mujer (Olivia Williams) es la manager de su hijo Benji (Evan Bird), una estrella adolescente malcriada que acaba de salir de rehabilitación a pesar de tener sólo 13 años. La otra hija de la familia (Mia Wasikowska) acaba de salir de un psiquiátrico en Florida y regresa a California, muy al pesar de sus padres, y se hace amiga de un chofer de limusina aspirante a guionista (Robert Pattinson).

Por otro lado, una de las pacientes de Weiss es una actriz mediocre que ya pasó los cuarenta (Julianne Moore) y que busca desesperadamente obtener un papel en el remake de la película que catapultó a la fama a su madre (Sarah Gadon) cuando era joven, y que la convirtió en una estrella de culto.

Basada en la novela homónima del célebre escritor Bruce Wagner, Polvo de Estrellas aborda con ironía y humor negro el lado patético de una cultura obsesionada con la fama y la celebridad. Es a la vez una filosa crítica social y una historia de cómo los fantasmas de una persona son más fuertes y reales delo que uno imagina.

El Ego y la locura de vínculos familiares algo macabros se entrelazan para crear una película que critica la obsesión por la superficialidad del ser humano, pero muy especialmente la que recorre los salvajes pavimentos del Sunset Boulevard.