Poltergeist - Juegos diabólicos

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

La vuelta de la casa arriba del cementerio

A más de tres décadas de la versión original, el director Gil Kenan (el de Monster House) encaró una remake.

La pregunta es obvia, pero no por eso necesaria para comprender a cierto sector inerte de la producción estadounidense: ¿Cuál es el propósito de hacer una remake de Poltergeist a más de tres décadas de la original? ¿Convencer a un nuevo espectador adicto al género desde la truculencia del gore y el fanatismo por las actividades paranormales de bajo presupuesto? ¿Recuperar a aquel público de los años '80 para que vea la nueva versión y la compare con aquel éxito perpetrado por Tobe Hooper, George Lucas y el productor Steven Spielberg?
En primera instancia, sugerir que aquella inducción vía televisor y señal de ajuste que padecía la niña Carol Anne representa un título esencial de esa década, parece casi un despropósito. En todo caso, el Poltergeist del "sí, como usted diga jefe" Hooper y de sus millonarios inversores (y discretos realizadores) es una buena película y punto, con una lectura subliminal relacionada al auge de la política de Reagan y al conservadurismo económico de un matrimonio con tres hijos, un perro con mucho pelaje que nunca falta y un cementerio oculto bajo la nueva casa familiar.
Pero menos interesante aun es el film de Gil Kenan, un director que a los adultos fanáticos de la animación de terror para chicos satisfizo con Monster House. Las nuevas imágenes traen pocas novedades salvo la inestabilidad económica del clan Bowen, razón por la que se mudan a una casa de menores dimensiones pero a sabiendas construida encima de aquello que fue un cementerio. Primer error de la nueva versión: se informa demasiado sobre aquello que en la original se sugería, restándole tensión y suspenso a la historia. Acá no hay señal de ajuste ni tampoco esas luces blancas que titilaban a propósito del cierre de transmisión de la televisión diaria (al respecto, el cine asiático de terror construyó un ideal genérico con sólo estos elementos). Por lo tanto, el misterio ya se ausenta en los primeros minutos, descartando un lugar a una nueva interpretación del original (no todos poseen el talento de George Miller y su remake de Mad Max, estreno de la semana pasada) ni aun cuando se recurra a efectos especiales sin el afán de convertirse en protagonistas.
Ocurre que la nueva Poltergeist profundiza los momentos erráticos y sin interés del original (la aparición del grupo de espiritistas y su accionar sigue siendo un punto débil y flaco de la historia), haciendo descansar la trama en una serie de golpes de efecto que no deberían asustar a nadie. Ya se arruinaron títulos esenciales como La niebla, Halloween, Asalto al precinto 13 y tantos más. ¿Cuál será el próximo?