Policía, adjetivo

Crítica de Fernando López - La Nación

Entre la ley y el deber moral

El rumano Corneliu Porumboiu retrata ácidamente a la sociedad de su país

Puede conducir a algún equívoco la palabra policía en el título de este inteligente y sardónico examen de una sociedad -la rumana- en la que todavía perduran las huellas de la dictadura. Aquí no hay enigmas detectivescos que deban ser resueltos en el último cuarto de hora, ni mucho menos acción vertiginosa, persecuciones, tiroteos u otros elementos habituales del thriller. Sí hay violencia, aunque se manifiesta no en términos físicos sino psicológicos y morales. Y tampoco falta el suspenso, si bien cuando éste se vuelve más intenso es en la escena crucial en que también el absurdo (elemento presente en toda la película) ha sido llevado al extremo: la animan tres hombres que discuten en torno de un diccionario el significado de palabras como ley, conciencia o moral.

No hace falta más para comprender que este nuevo film de Corneliu Porumboiu ( Bucarest 12.08 ) está lejos del nervio del policial y que su propósito no es precisamente generar adrenalina sino echar una mirada lúcida y ácidamente irónica sobre conductas, hábitos, estructuras de pensamiento, formas de comunicación y aun instituciones en cuya burocrática parálisis se perciben las marcas del pasado.

La acción es mínima, y son largos los silencios (o los tiempos de tensa espera) que se alternan con las escenas de diálogo. Los que abordan cuestiones éticas y deberes profesionales o los que suenan triviales y rutinarios: todos tienen aquí su lógica y su razón de ser.

Presiones

El protagonista es Cristi, un joven policía encargado de investigar a un estudiante que diariamente, a la salida de clases, fuma y comparte hachís con sus amigos. Según la ley, es un delito, y el jefe presiona en busca de pruebas incriminatorias; exige la identificación de un culpable para castigarlo y quizá también para disipar la responsabilidad colectiva. Cristi, que vive un dilema moral -se niega a cargar con la culpa de haberle arruinado la vida a un muchacho por una falta que pronto, como en el resto de Europa, dejará de ser penada-, intenta demorar la investigación con evidencias nimias e informes tan prolijos como banales y hasta risibles. Lo que naturalmente conducirá a un conflicto con la superioridad.

En una escena doméstica, Cristi discute largamente con su esposa -profesora de lengua- el sentido de las palabras de una canción popular. Ella le habla de imágenes, de símbolos. Cristi no tiene paciencia para metáforas, prefiere un lenguaje más directo. Al final, en la admirable escena del diccionario vuelve a hablarse de palabras y conceptos. Es un tema central del film porque es en el lenguaje (y su significado, o la ausencia de éste), donde mejor se traduce la disyuntiva del personaje y, sobre todo, el estado de una sociedad en transición.