Policeman

Crítica de Lucas Rodriguez - Cinescondite

Me resulta curioso que una película del estilo de Policeman haya ganado el premio mayor del BAFICI 2012 en la competencia internacional, siendo como pretende ser un fuerte alegato contra la violencia que engendra más violencia que se vive en Israel. Lisa y llanamente, la película del israelí Nadav Lapid genera polémica allí donde se estrene, y los comentarios oscilan entre la obra maestra y la nada misma. El amor y el odio. Sencillamente, Policeman es prácticamente inclasificable.

Durante la media hora inicial presenciamos la vida de Yaron, un policía de una brigada antiterrorista, mientras espera que su esposa de a luz, uno de sus colegas y amigos enfrenta una enfermedad terminal, y se desarrolla una sucesión de eventos sociales que tienen un ritmo bastante monótono y corriente. Con dejos fuertemente machistas y costumbristas, el personaje de Yiftach Klein se asoma a la idea de su naciente paternidad, el conflicto interno de una misión que salió mal y en la cual murieron personas, y hasta su sexualidad quejumbrosa por la falta de relaciones con su esposa, que lo lleva a flirtear descaradamente con una mesera adolescente. Hasta aquí, realismo puro y sin muchos matices. Pero con la llegada de una escena en particular, el ataque vandálico de una pandilla al auto de una temerosa estudiante, todo cambia.

Este rotundo cambio de foco, pasando de la vida del policía a un grupo de jóvenes, le insufla un aire nuevo a la trama. Entre ellos está Yaara Pelzig, cuyo primer acto de aparición -el antes mencionado ataque a su vehículo- dispara instantáneamente una fuerte resemblanza a una Jessica Chastain más joven aún. Repasando la vida anárquica de estos jóvenes idealistas, empecinados en cambiar el orden social de su país, es donde se cuenta la otra cara del film, tomándose su tiempo para establecer las dos líneas argumentales que confluirán en el clímax de esta propuesta.

Policeman, sin embargo, es una meseta narrativa constante y no tiene grandes pinceladas morales con las cuales pintar a sus protagonistas. Aunque la situación es tan antagónica que se puede cortar de un simple golpe de tijeras, la empatía para con uno u otro grupo de personajes es cuasi nula. Tampoco funciona como moraleja contra el terrorismo en un país tan caótico como Israel y menos que menos tras ver el cúmulo de despropósitos que arrastra el guión, donde el joven grupo de terroristas de poca monta y muchas ínfulas logra secuestrar a tres poderosos multimillonarios que por ninguna razón establecida cuentan con cero custodia en un evento nupcial familiar.

Una vez que los caminos se crucen, el tercer acto se despacha rápida y sencillamente, con un nivel de tensión escaso por la carencia de expresión del trío secuestrado y por la inesperada y casi tragicómica actitud de una novia vestida de blanco que por momentos sobrepasa en energía y autoridad al grupo comando juvenil. En ese preciso instante es en el cual Lapid debería descargar toda su artillería pesada, pero elige un final inocuo pero no menos certero, con un fundido a negro que llega demasiado pronto y no deja lugar para secundar ideas prometedoras.

Policeman tiene buenas propuestas, pero el nivel narrativo que elige su director afecta bastante al ritmo natural de la trama, dando mucho espacio para que la vida de sus personajes circule de forma convencional, sin lugar para grandes aciertos que nos hagan querer estar de un lado u el otro. Ni fu ni fa.