Policeman

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Esta producción fue la gran ganadora del BAFICI 2012, a mí entender un premio que estuvo totalmente injustificado. A esto que digo se contraponen los demás premios obtenidos en otros festivales por el mundo, a saber el especial del jurado en Locarno o el del público en Nantes, lo que hace suponer, o pensar, en varias vertientes: las otras producciones eran peores, no es el caso del BAFICI; sobran festivales; no alcanzan las películas para los festivales (es una chanza).

El filme esta estructurado en tres partes bien definidas. La primera, es la presentación del personaje protagónico y su grupo de pertenencia, un policía del cuerpo especial anti – terrorista israelí; la segunda, la introducción el segundo grupo, tratando de ostentarlos como otra cosa, y no es más que una caterva de inútiles que quieren ser presentados como revolucionarios, al mismo tiempo que como ejemplo, radiografía o simbolismo, quedan muy lejos de cualquier realidad.

El tercer momento, sin solución de continuidad ni separación alguna entre las partes, no hace falta, es el encuentro entre ambos grupos

La primera parte se propone mostrar desde adentro a los cuerpos militares y policiales israelíes, conforme a las necesidades de un país donde la violencia cotidiana es parte de su cimiento desde donde se construyó una nación en constante estado de alerta por las guerras, que no sólo está en el pasado, sino también en el presente, con proyección a un futuro posible, como el karma del medio oriente.

Yaron forma parte de un cuerpo policial de elite, aunque no pueda admitirlo. La cercanía de transformarse en padre ejerce una fuerte presión, poniendo en duda sus ideales, al mismo tiempo que el modo de relacionarse con sus pares y sus afectos.

Hay en este segmento un par de ideas interesantes, en tanto desenmascaran el fanatismo de ésta gente, los manejos espurios y el ocultamientos por autoprotección de los pecados de guerra, pero se queda en el sólo hecho de mencionarlo, pero no los profundiza.

Se nota, empero, un esfuerzo por delinear los personajes de manera muy concreta y con buenas herramientas narrativas, gestos, algunos diálogos, pocos y, sobre todo, acciones. En forma paralela, y/o de manera de establecer una continuidad temporal, al caso tampoco importa, pues el relato se introduce en el segundo grupo.

Un cuarteto de jóvenes veinteañero, todos judíos y/o israelíes, para el caso es lo mismo, pero que definitivamente no son palestinos, a los que quieren mostrar en una disyuntiva que fluctúa entre el convencimiento ideológico y las incertidumbres propias de la postadolescencia, que busca presentarse como alternativa a la decadencia mortal imperante con un acto de vandalismo más que de insurrección.

Tomaran de rehenes a un par de personajes muy ricos de la sociedad israelí, ni el como, ni el por qué, ni el para qué, están enunciados.

En éste grupo parecería que el guionista-realizador se tomo vacaciones, nadie esta bien definido. Muy confuso en la construcción de los personajes, queda claro que terminan mostrándolos muy despectivamente, el jefe no es más que un nene de papá con delirios de grandeza jugando al terrorista clarificado (¡otra que el CHE!); un lugarteniente fanático por matar, con ideales cero, ex soldado expulsado de las fuerzas especiales; un niña enamorada del idiota primero; y otro joven enamorado de la niña.

El problema no sólo se suscita en la construcción y desarrollo de estos personajes, sino en las interpretaciones actorales del cuarteto. Hace mucho que no veo tan malas actuaciones.

Narrativamente todo es demasiado previsible, vulgar, plagado de escenas inconexas, algunas incluso injustificadas, mientras otras resultan totalmente irreales. Si para muestra basta un botón, en pleno centro de Tel Aviv unos jóvenes, casi skin heads, durante varios minutos destrozan un vehiculo estacionado, le aseguro que en realidad eso no podría suceder pues en pocos segundos estarían rodeados por todas las fuerzas de seguridad del Estado israelí.

Producto sólo elaborado para la exportación. Además de transpirar por todos los poros producción industrial, mala imitación Hollywood, es un gran catalogo de lugares comunes, con personajes demasiado estereotipados.

Si a esto le agregamos un discurso entre reaccionario y fascistoide, tenemos cartón lleno.

Seamos justos, los rubros técnicos son de impecable manufactura, pero que importa.